15 Dic, 2017 | Son muchas las lecturas que analistas y dirigentes políticos han ofrecido para interpretar los resultados de las elecciones de alcaldes del pasado 10 de diciembre. Desde el campo opositor abundan los argumentos, sobre todo los que señalan a sus propios partidarios como los principales causantes de la derrota registrada. Afirman que la principal causa del desastre electoral en toda Venezuela se debió a la abstención y señalan con el dedo acusador a quienes como Antonio Ledezma y María Corina Machado la promovieron, pero ninguno cuando menos públicamente asume que los grandes derrotados de esta contienda son los capitostes de una cúpula dirigente, que de "derrota en derrota" han conducido a la oposición política venezolana los últimos seis meses de este año, dilapidando el cuantioso capital político alcanzado en diciembre de 2015.

Marchas y contramarchas han caracterizado el accionar opositor que no parece reponerse del golpe que le proporcionó el presidente Nicolás Maduro, con la iniciativa constituyente materializada el 30 de julio de este año.

Es de ese espacio, el de la Asamblea Nacional Constituyente, que se han convocado los dos últimos procesos electorales, la elección de gobernadores del pasado 15 de octubre y la de alcaldes del 10 de diciembre. Debo confesar que la mayor contribución que se le pueda haber ofrecido al "Manual de cómo hacer para perder elecciones" que me propongo escribir, ha salido de Nueva Esparta.

En Venezuela les tomó un poco más de tiempo derrochar la victoria parlamentaria de hace dos años. En Nueva Esparta en menos de dos meses, el autoproclamado líder de la democracia insular, Alfredo Díaz, despilfarró la victoria alcanzada el 15 de octubre pasado en menos de dos meses. Luego de proclamar que obtendría la victoria en las 11 alcaldías de la región, no haber obtenido ninguna lo coloca en muy mala posición política hasta para negociar. Porque ciertamente, ninguno de sus candidatos alcanzó la victoria en algún municipio.

El Partido Socialista Unido de Venezuela y el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, conducidos por el general en jefe Carlos Mata Figueroa y los candidatos de lujo postulados a las alcaldías de Nueva Esparta, consiguieron la victoria en 10 de las 11 alcaldías de la región, incluyendo la del municipio Mariño, desde donde el actual gobernador construyó su plataforma para lograr la silla asuntina y esperaba "dejar" a su incondicional compadre y aliado político, José Gregorio Gómez. La verdad es que la única alcaldía alcanzada por la oposición fue la del municipio Maneiro, en la figura de Morel David Rodríguez Salcedo, nieto del exgobernador Morel Rodríguez Ávila, a quien el personaje de marras decía haber "liquidado" para la política y resulta que ahora no solo reapareció, sino que lo hizo con la fuerza necesaria para recuperar el liderazgo de la oposición insular.

Alfredo Díaz dilapidó en muy poco tiempo su liderazgo y en menos de 60 días el pueblo de Nueva Esparta le revocó su confianza.

Luce incomprensible la declaración ofrecida para justificar la aplastante derrota, de que el gobierno sabe ganar elecciones, entre otras razones porque es el reconocimiento de que él que también es gobierno, sabe cómo perderlas.

Al gobernador le corresponde ahora transitar por un campo minado y parece entonar junto con Carlos Gardel la letra del tango que dice: "Ahora, cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas yo no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá".