12 Dic, 2017 | Las quejas del país se quedaron encajonadas en la abstención, en el carnet de la patria y en un bono navideño de 500.000 bolívares, pues entregar el país a los chavistas es un acto de traición a la patria. Que no se queje nadie en los supermercados, tiendas, autobuses y mercados populares.

Creo que con más de 300 alcaldías no habrá más quejas en toda la República porque los que votaron este 10D ratificaron que viven en el país ideal, quizás parecido a "Alicia en el país de las maravillas". No se sabe dónde fueron a parar los quejosos, los que lanzan sapos y culebras cada vez que van a pagar los panes, a comprar la carne o el pollo.

Pero dónde se metió ese 90% de venezolanos que vive el día a día quejándose por esa hiperinflación que tiene en 2.300% la inflación más alta del planeta y que con aumentos presidenciales pírricos enredan más el asunto porque se incrementan los precios a niveles siderales.

Ese acto de votación del 10D indica que todo va a ir bien y que no pasa nada en una sociedad abombada por políticas diseñadas que incluyen el alquiler del hambre por un día para solventar los problemas de la gente. A lo mejor se acaba el hambre, se resuelven los problemas hospitalarios y los problemas económicos de una sociedad que vende su conciencia por un bono navideño.

¡Qué pena sentí de ver a personas de la oposición entregando tickets bolivarianos para convencer a adecos, copeyanos, justicieros, masistas! Compraron conciencias con bonos navideños los mismos opositores ruines que entregaron el alma nacional solo por odios mellizales. Que no se quejen los mismos militantes de los partidos políticos que se llenaron las manos de sangre al vender la patria por un ticket de 500.000 bolívares. Aquí se terminó de desintegrar una oposición que dio rienda suelta a sus ambiciones, al lanzar candidatos de todo tipo para dividir los votos de las alcaldías y peor es que los mismos divisionistas de toda la vida jugaron a mantenerse en el juego político a cambio de manejar de nuevo los hilos de la división que han practicado como maestros de la mentira.

Le vendieron el alma al diablo al dividir y se le vieron los hilos a quienes no les importa nada, sino sus ambiciones milenarias y su afán de jugar a la momificación de la política. ¡Qué lástima de venezolanos que todavía no saben de sueños y que venden el futuro del país por nada! Que no se queje nadie, porque son los venezolanos los enemigos de su propio futuro. Más nadie.