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Inteligencia Corporal
Si en el mundo emocional somos ignorantes, en el mundo corporal lo somos aún más. Cuando hablamos de corporalidad, hacemos referencia al cuerpo o estructura física. Los antiguos griegos le otorgaban gran importancia al cuidado de lo físico (del griego physis que significa naturaleza).
Arianna Martínez Fico

1 Jul, 2016 |

"Y el Verbo se hizo carne" Juan 1:14

Muchas veces he declarado (a otros o a mí misma) que haré o dejaré de hacer algo, y luego mis actos no han sido consistentes con ello. Cuando he dicho “mañana empiezo la dieta” y, o no la empiezo, o la arranco con toda la fuerza pero la suelto a los días. Las veces que he declarado “Basta, no más” a ciertas personas o situaciones y he seguido pegada allí. Y de verdad quise hacerlo, lo intenté seriamente, pero es como si algo más fuerte que yo no me permitiera actuar en consecuencia, como que mi mente quisiera pero el cuerpo no me da.

Si en el mundo emocional somos ignorantes, en el mundo corporal lo somos aún más. Cuando hablamos de corporalidad, hacemos referencia al cuerpo o estructura física. Los antiguos griegos le otorgaban gran importancia al cuidado de lo físico (del griego physis que significa naturaleza). Según Aristóteles la physis o naturaleza es el principio del movimiento y cambio de los seres naturales, a quienes definía como aquellos capaces de moverse. Sin embargo; la primacía de la razón, tan propia de nuestra cultura occidental moderna, nos ha hecho creer que estamos divididos en mente y cuerpo, y que ambos funcionan de manera casi autónoma. Descartes nos convenció por siglos que pensamos y luego existimos, pero hoy pareciera emerger con mucha fuerza una visión holística de los humanos que nos permite interpretarnos como seres integrales, cuyas acciones se sustentan en la estructura de coherencia que se da entre lenguaje, cuerpo, emoción y espíritu.

Pareciera entonces que la transformación (personal o colectiva) pasa por cultivar en el cuerpo las disposiciones que requerimos para actuar en uno u otro sentido. Seamos o no conscientes de ello, todos vivimos permanentemente en una o más disposiciones corporales que nos permiten ciertas acciones y nos impiden o dificultan otras, las que, a su vez, están alineadas con los elementos de la naturaleza.

Podemos distinguir cuatro grandes aptitudes o inclinaciones corporales:

· Flexibilidad. Asociada al elemento aire, nos permite fluir, soñar, visualizar, co-crear, inspirar.

· Estabilidad. Vinculada al elemento tierra, capacidad para aterrizar ideas, cristalizar sueños, poner límites y generar orden y disciplina.

· Resolución. Tiene que ver con el fuego, la fuerza y energía requerida para perseguir aquello que queremos y superar obstáculos.

· Apertura. Relacionada con el agua que hace posible nadar en el mar de las conexiones, empatizar con otros y crear redes relacionales.

Dime qué cuerpo tienes, cómo caminas y te diré quién eres. El cuerpo es la expresión material de la vida. Todo lo que nos pasa, nos pasa en el cuerpo. Vivir de manera armónica y ecológica, es decir, sin desgaste y estrés negativo, siendo congruentes en la acción con lo que sentimos y decimos, y que nuestros actos sean sostenibles en el largo plazo pareciera pasar por tener un cuerpo que nos acompañe. Dada la relevancia que veo en desarrollar la inteligencia corporal, dedicaré las próximas columnas a analizar cada una de las disposiciones corporales básicas, sus acciones asociadas, y algunas vías para cultivarlas.

"Tu vida no la escribes con palabras, la escribes con acciones." Patrick Ness




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