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Seres ordinarios a héroes extraordinarios
Sólo cuando el héroe acepta el desafío, se mueve y empieza a construir su nueva historia.
Arianna Martínez Fico arianna.mf@gmail.com

26 Ago, 2016 | Erase una vez un ser normal llamado a ser héroe que, una y otra vez, desoía el llamado a serlo. Cuando Luke Skywalker, héroe de la Guerra de las Galaxias, recibe el primer llamado a salvar a la princesa Leia, lo rechaza por miedo a lo desconocido y a salir de su zona de confort, lo que excusa tras el deber de ayudar a sus tíos. En mi artículo anterior, comentaba que, generalmente, el héroe no sabe que lo es porque no se ha aceptado o descubierto a sí mismo, y para serlo, deberá superar las limitaciones que están en su mapa de creencias.

El camino del héroe, una de las historias más antiguas de la humanidad, hace referencia a la estructura que subyace al relato de muchos de los mitos clásicos, y que se repite desde las leyendas mitológicas hasta las aventuras de héroes que se convierten en bestsellers y/o éxitos de taquilla. Pareciera haber algo mágico que nos atrae poderosamente en las historias de seres ordinarios que se transforman en héroes extraordinarios. Este patrón arquetípico ha sido muy estudiado, entre otros, por Carl Jung, quien conectó los hitos del camino con la evolución del alma humana. La interpretación más conocida del recorrido del héroe nos la ofrece Joseph Campbell a través del monomitoo periplo del héroe, cuyas doce (originalmente diecisiete) etapas podemos encontrar en su libro “El héroe de las mil caras”. Si bien hablar de este viaje es una tarea apasionante y ambiciosa, que va más allá de un artículo, quisiera invitarnos a mirar la estructura general del camino que va desde la salida o separación hasta el regreso del héroe.

La salida o separación comienza con un quiebre o evento desencadenador, algo que cambia definitivamente la vida del héroe y lo saca de su mundo ordinario o zona de comodidad (enfermedad, separación, desvinculación laboral, dictadura, desastre natural). Como consecuencia de este problema o desafío, el héroe debe decidir si responde al llamado y, por lo general, lo desoye, no lo acepta, se resiste; no quiere escucharlo por miedo al cambio, apego o porque no se conoce a sí mismo. Pero se encuentra con alguien (maestro o mentor) o algo (frase, libro, señal, revelación) que le muestra el desafío o aventura y decide, sin certezas pero con resolución, aceptar el llamado. Y allí comienza su transformación, cuando abandona su comodidad, se adentra en lo desconocido y muere (a veces literalmente como Neo en la Matrix) para renacer como alguien nuevo.

En la iniciación el héroe enfrenta una serie de pruebas y reveses. Empieza un camino de preparación seguramente arduo y extenso, encuentra aliados y adversarios, y va aprendiendo a navegar mundos nuevos. Muchas veces de manera poco obvia, el maestro le enseña, desafía su sentido común y lo hace enfrentarse a sus limitaciones. La preparación llega al punto en que el héroe se reconoce como tal y está listo para enfrentar al enemigo. Lo que él desconoce es que el enemigo lo hará enfrentarse a sus propios temores. Se transforma en héroe no cuando vence al mal sino cuando se vence a sí mismo. Y llega el enfrentamiento con la bestia, que es un enfrentamiento consigo mismo.

Logra vencer al mal y puede volver, pero… en el camino enfrenta una segunda gran prueba, una que le exigirá usar todos los aprendizajes adquiridos en el viaje. Y una vez superada es que, finalmente, el héroe regresa a su mundo ordinario como un ser transformado.

Sólo cuando el héroe acepta el desafío, se mueve y empieza a construir su nueva historia. Todos tenemos un héroe dentro esperando irrumpir si estamos dispuestos a aceptar el llamado, dar un salto a lo desconocido, y atrevernos a jugar juegos más grandes que nos hagan salir de la cárcel de de nuestros propios miedos. El verdadero viaje es un viaje interior.

"Como seres humanos nuestra grandeza radica no en nuestra capacidad
para rehacer el mundo, sino en rehacernos a nosotros mismos”.
Mahatma Gandhi




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