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¿Konducta o conducta? ¿Ksa o Casa?
Resulta hipócrita, el intentar desde la escuela ser formadores de ciudadanos y generadores del conocimiento, si el propio Estado degenera la escritura.
Javier Antonio Vivas Santana @jvivassantana

16 Oct, 2014 | En los últimos tiempos la tecnología en vez de convertirse en un factor moderador y canalizador para mejorar y consolidar la ortografía en nuestros estudiantes, ha servido incluso para que algunos docentes hayan desvirtuado el propósito pedagógico de la adecuada escritura.

No pretendo erigirme en un crítico de mis colegas y las personas que lo hagan, pero confieso, me cuesta aceptar que las personas responsables de impartir educación, pedagogía o comunicación, se hagan voceros del cuento que para enviar los textos (telefonía celular) o “tuits” (referido con la red Twitter) debe escribirse bajos los preceptos de la podredumbre ortográfica, porque sólo se permite hasta un máximo de 140 caracteres por cada mensaje.

Semejante justificación ha permitido que veamos construcciones morfológicas como éstas: “ksa” por casa. “Xf”, en vez de, por favor. “Stas” por estás. “Sip” (incluso esta descarta la tesis absurda del número de caracteres) por sí. “Krro” por carro. “100pre” por siempre. Asimismo, peor es “legalizar” un símbolo como el caso de la llamada “arroba” (@) la cual, irresponsablemente, desde instituciones del Estado, como es el caso de una “fundación” para la protección “infantil”, la utiliza como un híbrido en sendos pendones publicitarios para mencionar a los niños y las niñas. Si eso fuera así, pues terminen de eliminar las letras “a” y “o” del alfabeto.

Esa misma tecnología ha permitido en forma desproporcionada extrapolar, al uso común, la sustitución del uso de la “K” por la “C”. Así tenemos que también desde un canal del Estado, se escribe “konducta” por “conducta”. Si aplicamos esa analogía hasta el terreno de lo político-ideológico, no es la “K” la letra más autóctona, sino en contrario, es una de las menos ajustadas al español. Y si asumimos tal proliferación, nadie podría considerar como error que puedo describir la existencia de un ministerio de “edukasión” por educación. O hasta pudiera “eskrivir” y no escribir. Y si esa “regla” de la “K” es válida para determinada(s) palabra(s), entonces surgen algunas interrogantes: ¿Podría escribir “surda” por zurda? ¿Zupremo por supremo? ¿Rebolusión en vez de revolución? ¿O será que los responsables de facilitar el aprendizaje de la lengua materna, en este caso el español, debemos ir hacia la construcción de una nueva “hortografía” que sustituya a la actual ortografía? ¿Será que debemos sustituir los errores por “herrores” y los horrores por “orrores”?

Resulta hipócrita, el intentar desde la escuela ser formadores de ciudadanos y generadores del conocimiento, si el propio Estado degenera la escritura (¿o eskritura?) en ámbitos de su conveniencia política, o si los docentes, en el aula practican una cosa y fuera de ella otra. Eso sólo contribuye a que las grandes confusiones que tiene los estudiantes, como por ejemplo, el seseo (uso de la s, c o z), o el uso de la “b” o “v” se multipliquen cuando se inventan estructuras morfo-sintácticas como las descritas.

Que cada quien asuma su propia responsabilidad en el contexto de la formación o deformación educativa. Esperemos que algunos sectores comprendan que el significado de la imprecación se hace cada vez más evidente en el plano de la educación. La deformación de la escritura es el principal medio para la anomia del aprendizaje, y por ende de la sociedad.




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