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26 de abril de 2024





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¡Seréname con tu manto Cristo Nazareno!
¡Cristo Nazareno! Seréname con tu manto en la melodía de tus Salmos y la reflexión de tus Proverbios. Permite que mi alma, mi ser y mi vida sean enarbolados con el Pensamiento de Dios.
Javier Antonio Vivas Santana | jvivassantana@gmail.com

16 Abr, 2014 | ¡Cristo Nazareno! Tal vez jamás imagine qué tan cerca haya estado de tu omnipresencia. Tal vez nunca ni siquiera pueda acercarme al rostro entumecido de tu sufrimiento en aquella cruz del Calvario. Tal vez ni aun sometiéndome a la confinación del más cruel de los avatares pueda obtener la reconciliación con mis semejantes. Aun así, ¡Cristo Nazareno!, he venido ante ti en el medio de las cenizas que subyacen en mi alma porque necesito pedirte perdón.

¡Cristo Nazareno! Es posible que no encuentre en tus parábolas o en tus milagros la fortaleza que necesita mi vida para voltear al sentido del testimonio cristiano convertido en fe. ¡Cristo Nazareno! ¿Por qué cuando se acerca el momento de la muerte anunciada, es cuando siento que tu espíritu aborda los sentimientos de mi ser? ¿Por qué a pesar de estar hoy ante ti, con mis ojos llenos de lágrimas, no puedo comprender las miserias que abundan en mi vida y la de otros?

¡Cristo Nazareno! ¿Por qué no puedo ver en colores sino en claroscuro el significado del pecado, como si éste sólo fuera la limitación del bien y del mal impuesto por leyes vacías de contenido ontológico? ¡Cristo Nazareno! Déjame ver a través del arrepentimiento el sendero de la vida eterna. Déjame encontrar entre las aguas del Tigris y Éufrates lo cristalino de la Nueva Jerusalén.

¡Cristo Nazareno! Mi vida ha estado atribulada por el proceder de la arrogancia, la ofensa y la banalidad de lo efímero; por eso permite que cargue tu cruz, que me coronen con espinas, y que mi espalda sea sentida con los latigazos de mis culpas. ¡Cristo Nazareno! Quiero ser desde hoy un ser apartado de las intrigas y las penumbras que han obcecado cada fibra de mis sentimientos, que han obnubilado las venas de la consciencia.

¡Cristo Nazareno! Quiero desde hoy recibir la luz de tus enseñanzas, comprender las siete palabras de tu crucifixión, y entender el porqué de tu Resurrección. Por eso, ¡Cristo Nazareno!, necesito implorarte para que la pureza de tu Espíritu Santo me bautice con el agua del Jordán.

¡Cristo Nazareno! No puedo seguir creyendo como una vez dijo Nietzsche en aquella Gaya Ciencia que tú habías muerto. ¡No! Me niego a creer que pueda ser un negador de tu existencia aunque la desolación, la hambruna, la pobreza y la maldad de unos pocos, cual anticristos pretendan ensombrecer tu amor, tu paz y tu misericordia.

¡Cristo Nazareno! Multiplica sobre mí la esperanza de la vida eterna. Hazme conductor de tus bienaventuranzas y no dejes que la frialdad de un espacio taciturno y circunstancial de la vida pueda volver a cambiarlo por lo maravilloso y amado de tus promesas en convertirme en parte de tu Reino.

¡Cristo Nazareno! Seréname con tu manto en la melodía de tus Salmos y la reflexión de tus Proverbios. Permite que mi alma, mi ser y mi vida sean enarbolados con el Pensamiento de Dios.




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