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¿Año de la Juventud?
Ha llegado el momento de enseriar el tema sobre los “adolescentes infractores” y la educación que reciben en los liceos.
Javier Antonio Vivas Santana @jvivassantana

8 Ene, 2014 | El Presidente de la República decretó 2014, “Año de la Juventud”. Evidentemente, es una acción positiva, sabiendo que Venezuela ha perdido el rumbo en el aspecto educativo. Desde hace muchos años, la “educación” luce inmoral, atrabiliaria y afática. Nuestros niños y niñas van a la escuela por obligación, pero apenas suena el timbre de salida, pareciera que llegó la hora de libertad; verbigracia, no tienen sentido de pertenencia con sus escuelas. Los liceos, sobre todo aquellos de control gubernamental, no tienen políticas pedagógicas ni de aprendizaje, y menos de formación para el ser humano.

Si bien la mayoría de los niños y niñas en las escuelas aún no discriminan con profundidad cognitiva el tema de la delincuencia, sí difieren del bien y el mal. En el caso de los liceos, la situación se hace cada vez más crítica. Tenemos una educación orientada para delinquir. Existe una Ley Orgánica para la Protección de los Niños y Adolescentes (Lopna) que en su promulgación (1998) era un documento integral para la defensa de la infancia venezolana; pero que su posterior reforma (2007) la convirtió en un instrumento que abolió el Consejo Nacional y los Consejos Estadales de Derechos, lo cual aunado con una “modificación penal” sentó las bases para que los adolescentes infractores (delincuentes) se vieran beneficiados con medidas sustitutivas de “libertad”, prácticamente para todo tipo de delitos y crímenes.

Ahora existe una nueva comisión desde la Asamblea Nacional, cuya principal propuesta para otra “reforma” de la Lopna, consiste en eliminar el presidio para adolescentes, independientemente sea cual fuere la “infracción” que éstos cometan, es decir, se legaliza la impunidad y con ello ya no existirían actos de indisciplina por parte de los adolescentes, ni siquiera dentro de las instituciones educativas, lo cual generaría un conflicto de intereses en relación con la disciplina y los espacios de la construcción ciudadana.

Además, debe alertarse que vemos con extrema preocupación cómo la numerosa aparición de motos en el país se ha convertido, sobre todo en los adolescentes de menores fortalezas cognitivas y de los sectores más pobres del país, en el principal medio de pertenencia social. Nuestros jóvenes no sienten amor por los libros, sino por las motos y “equipos tecnológicos inteligentes”. ¿Y qué hace el Gobierno Nacional? Promover la multiplicación de concesionarios de motos y permitir su venta entre adolescentes, sin menoscabar que se “regalan” computadoras portátiles sin el debido seguimiento pedagógico o de articulación social para que se fomente un proceso de aprendizaje que estimule el ejercicio del pensar.

Sobre tal realidad, las bandas juveniles manipulan la conducta y “necesidades” de los adolescentes, razón por la cual la edad de una parte importante en la delincuencia venezolana apenas ronda los 20 años.

Ha llegado el momento de enseriar el tema sobre los “adolescentes infractores” y la educación que reciben en los liceos.

Por ahora, mientras los instrumentos jurídicos sigan estimulando la impunidad, tendremos una educación para delinquir.

¿Será 2014, “Año de la Juventud?




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