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1 de mayo de 2024





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Cosechar el tomate margariteño, una herencia familiar en El Valle
En El Valle de la Margarita, Cirilo Pérez continúa lo que su padre inició, la siembra del producto típico regional. Con buenos cuidados, cada mata de tomate produce hasta 10 kilos con tiempo de vida de cinco meses aproximadamente.
Simón Peraza | @sapl42

Foto: REBECCA ALFONZO | @Rebeccalfonzo

"El suculento producto de la gastronomía insular podría llegar a su extinción por falta de siembra en la región", destacó Cirilo Pérez. / Foto: REBECCA ALFONZO | @Rebeccalfonzo

5 Dic, 2017 | Mañana nublada con una garúa fugaz. Esto hace fruncir el ceño a Cirilo Pérez, quien sabe que esas pocas gotas de agua no le hacen bien a su siembra de tomate.

De igual forma, sigue su paso constante y ágil por entre los surcos donde ha sembrado más de un centenar de plantas del producto autóctono.

Vestido con camisa manga larga blanca abierta a mitad, pantalón negro, botas de campaña embarradas y un sombrero tejido, explica con soltura los gajes de su oficio labrando la tierra.

Por mucho tiempo Pérez se desempeñó como taxista, oficio para el que disponía parte de su tiempo. "En una época, el turismo bajaba, entonces ese tiempo lo dedicaba a la siembra; ahora solo siembro".

Cirilo reconoce que su pasión por la siembra tiene origen familiar. Con tan solo seis años acompañaba a su padre, de quien afirma: "De no ser por su edad todavía estaría sembrando, regando".

Cuidados

"Las maticas de tomates deben cuidarse como un niño porque atraen a las 'siete plagas de Egipto'", precisa el agricultor, quien hace la comparación con el pasaje biblico. Admite que podría regarlas todos los días pero solo lo realiza en dos oportunidades por semana por la falta del servicio.

Agachado, al pie del cultivo, recoge unas ramas mientras explica: "estas hojas las pongo a todas las maticas, cubren la tierra para mantenerla húmeda".

Resguardar y soportar el peso de los frutos por las débiles ramas es preocupación de quienes cosechan tomates que pueden llegar a pesar hasta 1 kilo 300 gramos, por lo que se hace necesaria la construcción de estructuras para tal fin.

Con tarimbas, Cirilo Pérez logra que sus pequeñas matas se conviertan en adultas y logren su cometido, concebir tres veces. "Es una cuna para plantas y tomates que lleva travesaños, estacas, lata y un palo que aguanta la mata"; con esa retahíla, detalla cada parte de la obra ideada por él.

Todos esos nombres son piezas de la jaula de madera que sirve de sostén del enramado del tomate, los cuales debe unir con alambre picado por la tenaza que lo acompaña en su travesía por el terreno.

Dedicado cien por ciento a su cosecha, su jornada no termina. Cirilo da a conocer que "trabajo más que en una empresa pero me gusta. Mientras hay luz, sigo trabajando y de madrugada suelo regar la siembra", puntualiza.

Las nuevas generaciones se han alejado de la tierra. "La siembra requiere paciencia, puedes pasar meses sin ver a 'Linda'", expresa Cirilo, quien señala como un gran beneficio el valor por la naturaleza y el aire puro que puede respirar al trabajar.

El valor de un producto cualquiera varía constantemente en la economía nacional actual. El tomate margariteño que se cultiva en El Valle de la Margarita puede llegar a costar entre 25.000 y 30.000 bolívares.




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