2 Oct, 2016 | La posibilidad de que a partir de los próximos meses la producción de arroz se incremente a niveles cercanos al autoabastecimiento nacional, fue anunciada esta semana por el ministro de Agricultura Productiva y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, con el agregado de que estamos a punto de lograr este mismo año “la mayor producción de alimentos por parte del pueblo organizado”.

El anuncio del ministro Castro Soteldo, además de constituir una luz en el oscuro túnel de la crisis alimentaria que vivimos a diario los venezolanos, pone de relieve que la tal guerra económica de la que tanto habla y esgrime el gobierno, es fácilmente derrotable, no con discursos y acusaciones fútiles, sino con el esfuerzo productivo del campo y de la agroindustria.

Para nadie es un secreto, y resultaría deshonesto tratar de ocultarlo, que Venezuela comenzó a padecer los embates del desabastecimiento de alimentos y artículos de primera necesidad, desde el momento en que el gobierno tomó la decisión de ocupar tierras y empresas en pleno proceso productivo, en la creencia de que al pasar a manos de sectores del oficialismo continuarían el mismo nivel de producción. Esta decisión del gobierno, en vez de resultar favorable a la economía nacional -que no tenemos por qué dudar que esa haya sido la intención- trastocó nuestra economía, medianamente exportadora, en una economía exclusivamente de puerto.

Nos acostumbramos a comprar fuera, con los dólares petroleros, la comida que ya no producíamos y dejamos que el campo se quedara solo e improductivo, mientras exprimíamos cada vez más las agotadas reservas de divisas con el rayado argumento de la guerra económica.

De allí que ahora, cuando el ministro Castro Soteldo nos revela que hay cerca de 240 mil hectáreas sembradas de arroz en los estados Barinas y Portuguesa “gracias a los insumos necesarios que han venido recibiendo los trabajadores del campo” y que a partir de la fecha “tendremos el mayor nivel en la producción de alimentos en el país” pensamos que el gobierno nacional ha comenzado a rectificar su estrategia contra la tal guerra económica, utilizando el arma más efectiva y viable hacia la victoria segura, que no es otra que producir.