6 May, 2016 | Por casualidad me tocó escuchar parte de una entrevista que le hicieron por una emisora al concejal José Gregorio Gómez. El edil se refería a una visita de una Comisión de la Asamblea Nacional al Hospital Luis Ortega.

Durante la parte de la entrevista que escuché se refirió al estado deplorable del Hospital, a la falta de medicamentos, a una paciente con cáncer que no encuentra el medicamento en la Farmacia de Alto Costo y a los neonatos muertos.

He sido paciente o usuario del Hospital Luis Ortega desde la llamada IV República, y no pretendo ocultar los problemas actuales. La falta de medicinas en el hospital es de vieja data, a mí me tocó ser hospitalizado por varios días y mi familia tuvo que buscar los medicamentos. Sólo que hay una diferencia entre aquel momento (gobiernos de AD y Copei) y el actual.

La falta de medicamentos respondía a una exigencia del Fondo Monetario Internacional, que era dejar morir a los centros de salud públicos para privatizarlos. En la actualidad se trata de parte de la guerra que los sectores económicos mantienen para provocar la salida de Nicolás Maduro.

Remitimos al concejal porlamarense a leer lo escrito en torno a la experiencia chilena bajo la Presidencia de Salvador Allende o a Cuba. Le cuento que tras superado mi estado crítico en el hospital, era necesario hacerme una endoscopia, en una consultorio privado. El único médico que tenía el aparato lo había tomado prestado del hospital, luego que lo dañó se compró uno nuevo y devolvió el del hospital dañado. Se respondía al mandato del FMI.

El periodista se refirió a la Farmacia de Alto Costo, implementada por Hugo Chávez Frías, medicamentos costosos entregados gratis a los pacientes. Por años usé este servicio, mi esposa con un problema de cáncer, también lo hizo. La señora en crisis, a la que se refieren en la entrevista, en la época AD-Cope ni siquiera se hubiese molestado en ir al hospital; no existía tal servicio. En este caso, la disminución de los precios del petróleo y la presión para que Maduro se vaya inciden. Me permito recordarle al concejal que durante el chavismo se abrieron la Unidad de Diálisis y la Unidad de Oncología.

El día 25 de abril fui ingresado a la Clínica Nueva Esparta, en tiempos de ser privada no podía hacerlo. Fui atendido por una infección en los riñones por 5 días, me aplicaron un medicamento que no lo pude encontrar en otro sitio, sino en la Clínica del Valle, pero allí me cobraban una bola de billete para internarme. Estuve en una buena habitación, un potente aire acondicionado, una buena cama médica y con modernos equipos para controlar la presión alterial. Es cierto, no hay cocina, pero no pagué nada salvo lo que mi esposa me llevaba de comida.

El 5 de febrero de este año, ingresé al Centro Internacional de Retinosis Pigmentaria “Camilo Cienfuegos”, en La Habana Cuba. Retorne a mi país el 07 de abril. Me fui con un grave problema de visión con la perspectiva de retornar a inscribirme en una Sociedad de Ciego que funciona en Caracas. Regresé leyendo, con el proceso de pérdida de visión detenido por 8 meses. No pagué nada, gracias al Convenio de Salud Cuba-Venezuela. No tengo que ir a la Sociedad de Ciegos.

En Cuba vi a una hermosa mujer, de unos 45 años, que nunca había visto. Recuperó la visión y a su regreso a Venezuela iba a ver por primera vez al hombre con el que tenía 5 hijos. En esa clínica, cuando estuve yo, se atendieron más de 140 venezolanos, con sus respectivos acompañantes.

Nos falta espacio para referirnos a los Barrio Adentro, los CDI, los CRI, los centros de alta tecnología, la Misión Milagros, la Misión Sonrisa.