31 Ene, 2014 | Algunos marxistas ortodoxos han escrito que la mala leche de la clase obrera venezolana como "vanguardia de la revolución" viene dada porque en el nacimiento de los sindicatos hubo mucha influencia de una capa media profesional, que si bien enarbolaba las ideas de la izquierda nunca dejó de lado sus posturas pequeñoburguesas.

No sé si estas reflexiones o conclusiones de los camaradas tienen algo que ver con otras conductas de dirigentes sindicales, tan de tiempos atrás como de los días actuales.

Se trata de una conducta que empecé a percibir en mis años mozos, antes de empezar a leer mi primer libro marxista. Por aquellos años me tocó ser amigo del hijo de un conocido dirigente sindical adeco, de esos encargados de discutir los contratos colectivos petroleros. Mi amigo y sus hermanos, y su hermosa hermana, de la cual todos nos enamorábamos, vivían como reyes. Entrar a su casa era ingresar a un mundo ajeno a nuestras limitaciones económicas. Grandes salones, una mesa inmensa donde servían los más exquisitos manjares, las habitaciones con todo el lujo que se puede imaginar. La familia terminó mudándose del barrio a una lujosa urbanización, en una quinta bien grande, con dos vigilantes privados que bien pronto nos dejaron claro que no volveríamos a ser recibidos por este amigo.

Traigo a colación este recuerdo tras leer unas declaraciones de prensa del señor Presidente de Fetraesparta. Nos advierte este caballero sobre la posibilidad de que 30 mil trabajadores del Puerto Libre pierdan sus empleos por culpa del gobierno bolivariano. Válida esta preocupación en un dirigente sindical, sólo que dio algunas de las razones por las cuales se daría tal pérdida de empleos: "los comerciantes han sufrido varias estocadas que han afectado su desempeño, como la regulación de los precios de arrendamientos de los locales comerciales y los horarios de trabajo de los empleados".

Vaya, resulta que el presidente Maduro disminuye, léase bien, disminuye el valor del arrendamiento que deben pagar los comerciantes por los locales que usan para sus actividades comerciales, y eso los perjudica. Vamos a repetirlo: los comerciantes pagan menos dinero por alquiler, es decir, bajan los costos, y eso les perjudica.

Lo otro es para coger palco: el señor de Fetraesparta, defensor de los trabajadores, está preocupado porque se ha disminuido la jornada laboral. Eso nos quiere decir que en aquellas protestas del 1° de mayo de 1886, cuando varios trabajadores terminaron ejecutados en Estados Unidos por luchar por una jornada de ocho horas, si el señor de Fetraesparta hubiese estado presente habría aplaudido tales ejecuciones; es más, de seguro sería uno de los más entusiastas al pedir la muerte de los anarquistas que pretendían perjudicar a los empresarios con semejante barbaridad.

Otro detallito que no le entiendo al señor de Fetraesparta es su preocupación porque los anaqueles de los comercios están vacíos. Sí, a raíz de las medidas del gobierno bolivariano, hubo una fugaz baja de precios y eso conllevó a que los comerciantes vendiesen toda su mercancía. Nos preguntamos: ¿la función del comerciante es vender la mercancía o tenerla en los anaqueles para contemplarla?

Ahora creo entender por qué el papá de mi amigo vivía con tanto lujo.