12 Oct, 2015 | Una característica de los gobiernos de Venezuela en las últimas décadas ha sido la de manifestarse prolijos en dádivas cuando se acercan períodos electorales. Los acontecimientos de días atrás en Guarenas y las imágenes que observo en la Isla día a día me indican que hoy más que nunca nos falta la luz, el agua y las colas en los supermercados baten record de asistencia y caos. No se ven señales de la bonanza electoral que se supone debía calentar el ánimo electoral faltando menos de dos meses para la histórica fecha. ¿Es tan grave la crisis que no hay margen para simular una estabilidad de pocas semanas? El discurso de ambos bandos luce opaco, uno prestado a reiterar una revolución feliz que no parece repartir tanta felicidad como quieren mostrar en las redes, canales y radios de su entorno y por otro lado una oposición concentrada en alentar un voto castigo sin ofrecer alternativas o soluciones. Más de uno pudiera decirme que no se trata de una elección presidencial, lo cual es cierto, pero sería de buen ciudadano enterarnos qué van a impulsar por ejemplo los primeros 100 días en el parlamento. Algún plan que nos invite a salir a la calle para respaldar la continuidad o la propuesta de la Unidad para el próximo período legislativo. Definitivamente es un problema país y no de bando político. La apatía y la desidia llegan a todas las instancias del país. Pareciera que la desesperanza es más bien colectiva. Nadie se mueve aunque todo retrocede y las cosas están mil veces peor que hace apenas un par de años atrás. El Fondo Monetario Internacional aunque disguste a los voceros del gobierno, sigue siendo un referente válido para las economías del mundo y desde ya anuncia una contracción económica del 6% para el año próximo y una inflación del 200% con una efectividad gubernamental afectada y reconocida por todos los reportes de economía de la región.

Mientras, por cierto, el Presidente del Banco Central de Venezuela, en vez de concentrarse en analizar y publicar las variables e índices macroeconómicos, participa en foros sobre el “software libre”. Increíble. ¿Ficción o realidad?