William Silva integra Cuerdas Espartanas junto a sus amigos Dámaso Indriago, Benito Ramos, Dámaso, Emilio y Miguel Serra. / Foto: CARIDAD LEAL

23 Ago, 2015 | Desde muy pequeño, William José Silva Indriago tuvo inclinación por la música, gusto que le trajo problemas en el aula de clases cuando su atención se perdía y, en medio de la lección que dictaba su maestra, comenzaba a silbar, acompañándose del golpeteo de su lápiz contra el pupitre emulando el sonido de un tambor.

Ese es uno de los primeros recuerdos del ahora Patrimonio Cultural Viviente del municipio Maneiro cuando se le pregunta a qué edad comenzó a tener inclinación por los instrumentos musicales. Pese a no recordar con exactitud la edad que tenía, sabe que la Unidad Educativa José Joaquín de Olmedo en Pampatar fue el primer escenario que pisó y sus compañeritos fueron parte del primer público que escuchó alguna de sus melodías.

Desde niño, Silva, integrante de la agrupación Cuerdas Espartanas, sintió interés en tocar un instrumento musical, por lo que pidió a su padre lo inscribiera en la Escuela de Música Inocente Carreño, pero en los años 60 trasladarse de Pampatar a Porlamar no era tan sencillo, por lo que debió desistir de ese plan.

A pesar de las dificultades, comenzó a tocar guitarra bajo la guía de su padre Regino Silva, Silverio Ramos y su primo Bernardo Indriago, quienes organizaban parrandas en el pueblo y a quienes prestaba atención para luego imitar cada uno de sus acordes.

Dominado este instrumento, propuso a su amigo de la infancia Miguel Serra armar una agrupación de música zuliana, específicamente del género gaita; pero Miguel le sugirió dedicarse a la música tradicional neoespartana, idea que lo convenció y es así como Cuerdas Espartanas comenzó a tomar forma.

Uno de los instrumentos primordiales de los géneros del galerón, polo, malagueña y gaita margariteña es la mandolina, siendo lo único que faltaba para que el grupo comenzara su ruta hacia la consagración. Por medio del padrino de Miguel Serra, consiguieron este instrumento en Carúpano, estado Sucre.

Recuerda que un primero de mayo, cuando cumplía 17 años, Miguel llegó a su casa con la mandolina y desde ese momento empezó a practicar para hacer de ésta su aliada y compañera musical.

Silva comentó que no acudió a ninguna escuela para aprender a tocarla.

“Soy una autodidacta. Comencé a tocar la mandolina y así logré tener un estilo propio, diferente al de otros mandolinistas. La diferencia que tengo con los músicos con educación musical es que ellos se dedican a leer una partitura y les cuesta mucho lograr un estilo único que los diferencie de los demás”, destacó William Silva.

Este Patrimonio Cultural Viviente del municipio Maneiro ha dedicado gran parte de su vida a la música margariteña de la mano de la agrupación Cuerdas Espartanas, donde hace vida artística desde hace 44 años, y en la cual espera mantenerse activo por muchos años más.

Orgulloso

William José Silva Indriago nació un 1º de mayo de 1953 y ha radicado toda su vida en Pampatar, municipio Maneiro.

Es hijo de Regino Silva y Marcelina Indriago de Silva. Se casó en 1978 con Idramelis Salazar con quien tuvo tres hijos: William, Daniel y María Clara, además de acoger en su hogar a Yacira.

Para William Silva es un orgullo hablar de sus hijos, quienes con esfuerzo y el apoyo de su esposa Idramelis, son en su mayoría profesionales.

Su hija María Clara es la única del clan que desarrolló la vena artística de sus padres, pues desde muy pequeña se inclinó por el violín, desarrollando una exitosa carrera.

En la actualidad, María Clara es la concertina de la Orquesta Sinfónica del estado Nueva Esparta, también es integrante de la Orquesta Típica de “Beto” Valderrama y apoya a Cuerdas Espartanas, agrupación donde toca su padre.