2 Jul, 2015 | Atravesamos, sin duda, por la situación más oscura y caótica jamás vivida en toda la vida republicana. Nunca antes se habían visto momentos tan sombríos y difíciles en nuestra memoria histórica. Tiempos en los que se han invadido corrosivamente todos los espacios del normal desempeño de una sociedad medianamente respetada.

El tema económico no puede ser más sombrío; un país técnicamente quebrado en donde se echa mano irresponsablemente del endeudamiento masivo, se violan los compromisos de pago, se hipoteca el país, se dilapidan las escasas reservas, se remata el patrimonio colectivo y con indicadores terroríficos: caída del PIB a -4 en el mejor de los casos, inflación entre 150% y 170% siendo benevolentes, niveles de escasez que alcanzan hasta un 70%, sin inversión nacional y, menos aun, internacional, sin producción de nada ni para nadie. Todas -sin excepción- las empresas y comercios al borde del cierre técnico, la agricultura por el suelo, Pdvsa saqueada y las siderúrgicas en bancarrota, sin repuestos para vehículos ni materiales para la construcción, sin alimentos y la vialidad destrozada y así hasta el infinito.

La salud muestra idéntica decadencia sistemática. No hay medicinas, los hospitales sin insumos cayéndose a pedazos, los equipos inservibles, la malaria y el paludismo repuntando peligrosamente, los médicos emigrando a montones siendo sustituidos por practicantes de salud comunitarios con ínfulas de galenos. En fin, el pueblo a las puertas de la muerte.

La inseguridad campeando a sus anchas y los venezolanos cayendo víctimas de la violencia del hampa impune y hasta protegida. Somos el segundo país más violento del mundo con el triste récord de 25.000 muertes violentas el año pasado. Asaltos, invasiones y arrebatones a la orden del día y la incapacidad roja unida a la complicidad nada que actúan.

La Educación en su peor momento. Bachilleres que se gradúan sin haber visto ni de lejos materias como Química, Matemáticas y Física porque no hay maestros. Los textos escolares intentando borrar la memoria histórica y las Universidades rojas consideradas como las peores de todas y ejemplo de lo que precisamente no debe ser la Educación Superior. Pobre país.

Las instituciones ciudadanas comportándose como marionetas del régimen. Se nos atraganta en la garganta un dejo de nauseas al ver cómo -sin pudor y con la mayor desvergüenza- se alinean con sus amos rojos en detrimento de un pueblo que pide a gritos valores morales, institucionales y republicanos.

La tan cacareada soberanía ensuciada por la humillante entrega a países foráneos; en algunos casos, bajo la órbita ideológica y en otros, bajo le hipoteca económica. Sobre el Esequibo, declaraciones histéricamente destempladas y evidentemente tardías por parte de la Cancillería, muy lejos de la diplomacia pero peligrosamente cerca de la confrontación estéril. Eso es lo que queda después de 16 años de omisión sobre el territorio en disputa.