Traen a una pequeña imagen de la Purísima que con el correr de los años pasaría a llamarse la Virgen del Valle. / Foto: GÉNESIS TORANI

8 May, 2015 | Pero los españoles no vinieron solos. Traen también sus costumbres y religión. Traen a una pequeña imagen de la Purísima que con el correr de los años pasaría a llamarse la Virgen del Valle, luego de escapar al cataclismo que acabó con Nueva Cádiz, y avecindarse por voluntad propia en Margarita. Es pues, la Virgen vallera, la representación mariana más antigua de América, con una veneración que ha crecido con el tiempo, pasando de las aguas insulares hacia la Costa Firme. El mapa de Juan Betín de 1660, nos da una idea de lo impactante de su culto, al reseñar a El Valle como "sitio de muchos milagros".

Traen además sus instrumentos musicales, viene aquella caja sonora con cuerdas de los árabes, convertida por el poeta Miguel Espinel en la guitarra, y sus marinos cantan aires de variada melodía. Así tenemos que en Cubagua se celebra un canto de galeones en 1625 por decisión del rey Felipe IV, en alusión a las portentosas naves que cruzaban cargadas de riquezas el atemorizante Atlántico, derivado posteriormente en galerón, con cantadores con nombres de caballeros andantes, y verso con rima espinela.

Neoespartanos por definición

La Constitución de Nueva Esparta del año 1877 definía en su artículo 5, quiénes son neoespartanos: Las personas nacidas o que nazcan en el estado, cualquiera sea la nacionalidad de sus padres; los hijos de padres venezolanos nacidos fuera del país, que domiciliados en Nueva Esparta, expresaran su voluntad de serlo; los extranjeros domiciliados en el estado, naturalizados conforme a la ley; y los nacidos o que nazcan en Venezuela o en cualquiera otra de las repúblicas hispanoamericanas, residenciados en Nueva Esparta, que quieran serlo.