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14 de mayo de 2024





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Crónica de vanguardia
Este tiempo, de la Venezuela nueva y por ende de la Nueva Esparta de ahora, no puede encontrarnos como meros espectadores, malabaristas, ajenos a conciencia, del suceder diario.
Julio Marino Luna

9 Feb, 2015 | Aunque sea de vez en cuando, los cronistas, pudiéramos meter baza también en muchos otros asuntos del acontecer que igual son afines a nuestras funciones; funciones estas que no deben separarse de las incidencias originadoras de los hechos sucedidos y en las experiencias vividas, propiciadoras del relato y de las crónicas, lo que tampoco debería quedarse solo para el entretenimiento en las páginas de las publicaciones...

La condición de difusores y de protectores vigilantes del patrimonio, que la ley nos asigna, no puede ni debe ser resignado al mero hecho recopilador, porque la dinámica misma de las comunidades nos ha ido considerando como valiosas piezas para sus reclamos, para sus protestas y para sus reivindicaciones por la propiedad colectiva cultural que se vulnera cada día ante la incomprensión y el desinterés generalizados...

Una actitud contemplativa, por no herir susceptibilidades, o no salirse del orden viejo del acatamiento interesado, nos comienza a apartar del entorno afectivo y a colocar en los exhibidores de las cosas que van perdiendo vigencia y actualidad... Al paso actual llenaríamos, en muy corto tiempo, las estanterías de nuestras bibliotecas particulares y de las públicas, con una producción literaria, que sin dejar de ser sumamente importante a la educación y a la preservación valorativa de la idiosincrasia local, no logra interesar en los planes educativos oficiales y privados, ni en la formación de un individuo de excesivo corte modernista que tiene a la mano alternativas que obsesionan su vocación consumista momentánea y deslumbrable ante la técnica promocional.

Y es que este tiempo, de la Venezuela nueva y por ende de la Nueva Esparta de ahora, no puede encontrarnos como meros espectadores, malabaristas, ajenos a conciencia, del suceder diario. Disciplinados de las costumbres y de la rutina. Como obedientes a un libreto que nos es señalado de antemano por un estatus heredado en la continuidad repetitiva que nos va segregando en la opinión y disponiendo solo a eventos conmemorativos, a la reseña épica y al pasado portentoso de los héroes y de los personajes y sus incidencias; mientras las orugas metálicas se comen y transforman el paisaje; la avaricia hace desguace del patrimonio en todas su facetas; y la inoperancia de los entes tutelares aúpa al inversor depredador y transgresor de las normas... El desinterés y el poco conocimiento mismo que de la importancia del patrimonio cultural histórico tiene la mayoría de nuestros comunes conciudadanos, hace que nunca como ahora esté más en peligro la inversión antigua que nos dio forma legal y personalidad ciudadana... La palabrería, las nuevas ofertas de cada día, las explicaciones o las justificaciones de las inoperancias oficiales, también contribuyen a irnos sedando para que la palabra no surta sus efectos de conducta y comportamiento en el ánimo de las masas que continúan a la espera de algo diferente a lo que hasta ahora se les ha brindado.




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