Dorianni Patiño acomoda con alegría unas ricas empanadas / Foto: TANYA MILLÁN

31 Ago, 2014 | Aunque la temporada vacacional está en pleno auge, la gastronomía margariteña está "de turno" todo el año.

El incremento de escuelas de cocina en la Isla ha influido positivamente en la activación del aparato culinario local.

Las opciones en restaurantes son incontables. Se pueden encontrar sabores de Italia, Portugal, España, Alemania, Estados Unidos y países árabes, entre otros.

Sin embargo, la gente, locales y visitantes, siguen prefiriendo los manjares típicos margariteños.

Las empanadas son las favoritas, así como el pastel de chucho, la sopa de guacuco, las cachapas, el coco, los panes de La Asunción y los dulces de San Juan son los más buscados por los temporadistas que acuden regularmente a la Isla para pasar sus vacaciones.

En La Caracola

En el bulevar de las empanadas de La Caracola se concentra una gran cantidad de turistas.

Carlos Castillo, del kiosco Por Fin Llegaste, comentó: "Hace 18 años mi suegra empezó con este negocio, ahora mi esposa y yo estamos a cargo, pero ella siempre viene a darnos ayuda".

Este puesto es uno de los más surtidos en rellenos. Las preferidas de los comensales son las de cazón, con el respectivo jugo de papelón, además de ser una alternativa deliciosa, el costo es accesible para la familia venezolana.

Américo Bonalde visita la Isla junto a su familia desde Puerto Ordaz, estado Bolívar. Los desayunos de los Bonalde en Margarita siempre son empanadas.

Rodando un poco, en sentido noreste llegamos a Guatamare. Allí, cerquita del estadium, está "El buen sabor de la arepa", un pequeño restaurante abierto, de rejas azules. Rafael Fermenal lo dirige desde hace 13 años junto a su esposa y su suegra, quienes preparan rellenos deliciosos. Desde cazón hasta lengua de res se puede hallar en el local, que también ofrece jugos naturales. Su precio solidario y su calidad hacen de este lugar uno de los favoritos de los locales, aunque Alexandre y Francesco Brunini, turistas del estado Bolívar, también disfrutaron de la sazón de Fermenal.

En el Mercado municipal de Conejeros está desde hace 46 años Alberto Rosario, mejor conocido como "Balleyo", el rey de los jugos naturales. Sus frutas son las más jugosas y frescas, sus jugos son imperdibles. Hace cinco años su hijo, Dennis Rosario, creó el ReeBull, una mezcla de fresa, mora, tomate de árbol, guayaba y parchita. Un cóctel natural que revitaliza y da más energía que la bebida comercial de nombre similar.

Un poco más allá, en el Valle del Espíritu Santo, venden los más ricos dulces de vinagrillo, lechosa y tamarindo. Cuando llega septiembre preparan "arepa vieja", un dulce hecho a base de yuca y papelón, elaborado en honor a la Virgen del Valle en el sector La Sierra. Los cocorones, dulces de coco y panes de leche también están a la orden en El Valle.

Al tomar la vía al aeropuerto viniendo de Porlamar debe tomar el desvío a El Cercado, y de ahí en adelante podrá ver sobre la vía restaurantes de comida criolla. Esté atento a las señales que conducen a San Juan. Llegando a este fresco pueblo margariteño hay vendedores de cochino frito y dulces criollos.

Desde las ocho de la mañana las pailas ya están encendidas. Es importante pasar tempranito, porque los lugareños también son amantes del cerdo frito.

Siguiendo el camino hacia El Cercado hay vendedores de frutas en la vía, un buen aperitivo para lo que viene al llegar a Santa Ana, pueblo conocido por su trabajo en tejidos. Aquí es muy famoso el pan de queso de don José, quien tiene toda la vida en el oficio y vende su manjar en la panadería Er' Cheo, como le llama la gente con cariño.

Una vía cubierta por la sombra de árboles frondosos es la entrada al Portachuelo, donde Damelis Martínez prepara cachapas, cochino frito y sopas desde hace 16 años. Su menú criollo es famoso entre los margariteños y adorado por los turistas.

Si seguimos la ruta de La Asunción llegaremos a la capital del estado para comer los ricos panes dulces de la panadería San Juan Bosco. Por más de medio siglo han preparado delicias de harina de trigo; los más famosos: el saboyano, el pan de leche, el pan de anís, rosquitas, cocorones y empanadas de guayaba y plátano.

Hacia el noreste de la Isla, en el municipio Antolín del Campo, está la avenida 31 de Julio, sendero pavimentado de la gastronomía insular que llega hasta las mejores playas margariteñas. A derecha e izquierda hay kiosquitos, restaurantes, vendedores ambulantes y tarantines de todos los colores y gustos.

En la parada del liceo José Ramón Luna se encuentra Yanecsy Blanco. Ella vende dulces de coco y papelón, conservas de tamarindo, chaco y plátano, que prepara su hermano Sixto Blanco en Sucre. Desde tierra firme le manda las delicias azucaradas que por su sabor y colorido, son muy buscadas por los turistas extranjeros.

El pescado frito y el coco frío no pueden faltar, aunque llegando a playa El Agua hay un restaurante de comida cubana, con los típicos moros y cristianos. El sushi también es una opción en la avenida 31 de Julio, aunque la recomendación para los turistas es probar el pescado frito.

En playa Parguito está Harolina, cerca de la zona rasta. Ella vende empanadas que parecen almuerzos, con un sabor adictivo para quien prueba su pabellón margariteño.

Un poco más al norte llegamos a Manzanillo, donde una orilla tranquila y cristalina recibe a los turistas. De entrada las piñas coladas, luego el ceviche, el pescado frito y a disfrutar de la vida. Así es la gastronomía margariteña, un caleidoscopio de colores y sabores al servicio del paladar de punta a punta.

Nueva Esparta: caleidoscopio multisápido

La cocina margariteña es tan generosa como el cariño de su gente.

En su gama de sabores tradicionales logra incluir técnicas extranjeras.

El ceviche, traído desde Perú, ahora tiene los aromas y colores del ají margariteño y las hojuelas del plátano verde venezolano.

Las parrillas o asados de carne se condimentan con sal marina y el ají local. Se sirven con ruedas del jugoso tomate margariteño.

Los colores de la gastronomía insular apuntan hacia el rojo y el verde.

En La Guardia, el consomé de guacuco es infaltable en la mesa; caldo ligero de cuerpo pero intenso de sabor, siempre con el ají como ingrediente saborizante.

No solo en la gama de lo salado se logra apreciar el sabor insular, sino también en sus cocadas. La ternura y dulzura de los cocos locales no se iguala a la de los frutos de tierra firme o de otros lugares, no solo por los nutrientes del suelo insular, sino también por la receta criolla que usa los más tiernos para el brebaje.