Porlamar
26 de abril de 2024





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El primer “Quédate en casa”
Los 357 habitantes del pueblo, estaban de carrerita viendo el espectáculo de un objeto que rodaba como por encanto, rozando las cuicas y yaques del camino.
Mélido Estaba Rojas melidoestaba@gmail.com

11 Sep, 2020 | ¡Sí señores!... Esa expresión, la más pronunciada a nivel mundial en estos tiempos, es decir, convertida en tendencia (como diría un experto) también tiene su historia originalísima en mi pueblo, cuando empezaba a sembrarse como “Sitio de Suárez” en las praderas margariteñas. Entonces arrieros y pescadores de canalete, repasaban el único callejón arenoso y sus vericuetos, buscando la vida y matando el tiempo entre palmas y bahareques. Arreos de burros sanjuaneros que pedían un centavo por panela de piñonate y ofrecían puerquitos “congos” para engordar, eran la competencia de las “primas” del Valle de Pedro González, vendedoras de leche en chacaritas. Ellos formaban el equipo de los marchantes obligados de Altagracia.
El único tarantín con aires de “negocio” y que sacaba la cara por nuestra población, era la zapatería de Bonifacio “Facho” Gómez, ubicada en el nacimiento de la calle, y especializada en “tabacaleras” de a tres reales. El dueño era muy respetado y se le consideraba un hombre de contactos influyentes entre los “porlamarenses y asuncioneros”. Seguramente por esa circunstancia fue el primer “jatero” en tener carro, en aquella comarca donde no había ni carretera. El pueblo empezó a sumergirse en un mar de misterio y curiosidad cuando se propagó el chisme de que el señor “Facho” estaba haciendo gestiones para comprar un vehículo, que traerían por Porlamar en un viaje especial que haría la balandra “Alicia López”. Por muchos años los pobladores recordarían aquel mediodía festivo de domingo, cuando se asomó en el horizonte de espejismo la nave fabulosa regalando el brillo de sus tonos amarillo y negro. La conducía un especialista del grupo “Importadora Castañeda”, contratado especialmente para que enseñara a manejar al propietario, quien destacaba con traje de casimir, corbata de lacito y sombrero de fieltro, mudo de emoción y bañado en sudores, al lado del chofer.
Los 357 habitantes del pueblo, estaban de carrerita viendo el espectáculo de un objeto que rodaba como por encanto, rozando las cuicas y yaques del camino. El letargo lo rompió Luis “Ñea”, cuando exclamó: “¡Madre… bien se parece ese bicho a un chocho!”, haciendo alusión al turpial, por los colores. La nave se detuvo frente a la zapatería, mientras el tropel revuelto con precaución y duda se acercaba para contemplarla. El resto de la tarde se administró bajo la dirección del Coronel Linares, Comisario de Altagracia; y Luis Mapoyón, su único agente policial, con la misión de organizar colas para que nuestro pequeño mundo pudiera ver y tocar al “Chocho”. Cuando anocheció, Nicolás “mano e´rana”, encargado de tirar cohetes y cañones para alegrar, propuso que amarraran al bicho con cabuyas para que no se fuera a escapar, pero el conductor aclaró la situación. Durante la semana siguiente se realizaron reuniones en la Comisaría, planificando la mejor manera para que el señor “Facho” Gómez, aprendiera a manejar libremente sin causar molestias o traumas entre los pobladores, recargados de curiosidad pueblerina por aquel vehículo. El coronel Linares resolvió el asunto decretando siete días de cuarentena, en los que los paisanos se mantendrían en sus casas mientras se realizaban las prácticas de manejo. Luis Mapoyón, iba diariamente de puerta en puerta repitiendo como loro “Quédate en casa,,, Quédate en casa” y se dispusieron cartelones por el pueblo y su entorno, con el mismo mensaje mientras “Facho” Gómez se convertía en chofer. Así que somos los “Jateros” los iniciadores de tan significativa recomendación: ¡ Quédate en casa!




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