El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, habla durante una rueda de prensa en Washington D.C., Estados Unidos, el 5 de marzo de 2020. / Foto: Xinhua

5 May, 2020 | Beijing. En medio del empeoramiento de la pandemia en el país estadounidense, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha ganado recientemente más exposición pública, pero de una manera bastante vergonzosa.

El máximo diplomático en Washington dijo el domingo que hay "enormes pruebas" de que el coronavirus se originó en un laboratorio en la ciudad central china de Wuhan, aunque no ha dado ninguna.

El seguimiento del origen del virus es una investigación científica seria y necesita pruebas profesionales. Muchos científicos de todo el mundo han demostrado que el virus tiene un origen natural.

Por ejemplo, Kristian Andersen, virólogo del Instituto Scripps Research Translational de Estados Unidos, dijo en su último estudio que el coronavirus "no es una fabricación de laboratorio ni un virus manipulado a propósito".

Los comentarios de Pompeo están llenos de palabras vacías. Cuando China se encontraba en pleno brote, anunció en varias ocasiones que Estados Unidos destinaría 100 millones de dólares estadounidenses para ayudar a China y a otros países afectados por el virus.

Sin embargo, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo en una conferencia de prensa el 3 de abril que China "no ha recibido ni un céntimo" del Gobierno de Estados Unidos.

Parece que el principal diplomático de Washington tiene un historial de emisión de cheques sin fondos. En los últimos años, durante sus visitas a Ucrania, África y otras partes del mundo, Pompeo prometió con frecuencia que su país ayudaría a la inversión y la construcción de infraestructura locales, pero la mayoría de esas promesas resultaron ser palabrería vacía.

Incluso los medios estadounidenses se burlaron de él por "mentir sobre sus mentiras".

Los comentarios de Pompeo están llenos de clichés. Al acusar a China de establecer "trampas de deuda" en los países en desarrollo, y calumniar a ciertas empresas chinas de alta tecnología tachándolas de amenaza para la seguridad del mundo en casi todos los lugares que ha visitado, Pompeo ha estado difundiendo esas teorías de "la amenaza de China" como un repetidor.

Sin embargo, los hechos valen más que las palabras. Ningún país africano se ha quejado de que su cooperación con China los haya llevado a la supuesta "trampa de deuda". En cambio, su confianza en profundizar la cooperación con China ha ido creciendo.

En el campo de la cooperación de alta tecnología, algunos países europeos, como Reino Unido y España, han adoptado una actitud relativamente objetiva frente a las acusaciones de Washington, y expresaron su disposición a proporcionar igualdad de condiciones para las empresas chinas.

A medida que la epidemia en Estados Unidos se vuelve cada vez más grave, la intención de Pompeo y otros políticos afines de Washington de emplear esa desinformación para evadir la culpa de la fallida respuesta contra la pandemia de la Casa Blanca y estigmatizar a China en el proceso no podría ser más clara.

El acoso verbal temerario de Pompeo contra China no aporta nada útil a la lucha mundial contra el virus, y no cambiará el amplio reconocimiento internacional de los logros de China en la lucha contra la pandemia y su sincera asistencia a aquellos que necesitan ayuda.

Pompeo está cambiando la racionalidad más básica por la paranoia política. Se está convirtiendo en una de las fuerzas más destructivas en el escenario mundial. Y sus mentiras y demagogia han dañado la credibilidad de Estados Unidos.

Jackson Diehl, editor adjunto de la página editorial del Washington Post, escribió recientemente que "el desempeño de Pompeo durante la pandemia asegurará su lugar entre los peores".

Ese sea quizás el comentario más imparcial que puede recibir el máximo diplomático de EEUU.