24 Ene, 2020 | El Departamento de Estado de los EEUU le organizó una gira internacional al debilitado dirigente opositor venezolano Juan Guaidó, para tratar de “relanzar” su disminuida imagen luego del descalabro sufrido el pasado 5 de enero, cuando desde las filas de las organizaciones que lo respaldaban y del resto de la oposición parlamentaria, se alzaron en su contra y le montaron una formula diferente para dirigir la AN, a la acordada por los capitostes del G4 el 19 de diciembre del año pasado en Washington.

La gira comenzó por Colombia, en donde nuevamente se “apareció” para hacer lobby y propiciar más sanciones que afecten hasta el sufrimiento extremo a sus “conciudadanos”.

Al llegar a Bogotá se retrató en la primera pasarela dispuesta para el espectáculo, con Iván Duque y la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, la mismita que el año pasado dijo que el presidente Nicolás Maduro, se sostenía en la presidencia de Venezuela por un conjuro.

Luego posaría con el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, y el encargado especial de los EEUU para Venezuela, Elliot Abrams.

De Bogotá partió a Londres, de allí, a Bruselas y a Davos. En Londres lo mismo que en Bogotá, fue a retratarse con el primer ministro Boris Johnson y el ministro de Relaciones Exteriores británico, Dominic Raab.

En la capital británica Guaidó se reunió con un “selecto” grupo de la diáspora venezolana en el restaurante de comida venezolana Arepa & Co., en Bethnal Green, en el exclusivo distrito Tower Hamlets, al este de Londres. Al lugar llegó un grupo de británicos que respaldan la revolución bolivariana e inmediatamente fueron agredidos por uno de los comensales que estaban reunidos con el diputado venezolano, quien salió y les roció un garrafón de cerveza.

En Bélgica se reunió con el canciller de la UE, Josep Borrell, él mismo que dijo el año pasado como Ministro de Exteriores de España, que en Venezuela quien gobierna es Maduro y que los EEUU se equivocaron en los tiempos que pronosticaron para la salida del presidente venezolano.

También en ese país, a la pregunta de un periodista sobre el tema del bloqueo económico contra Venezuela respondió: “las sanciones a pesar de ser polémicas son las herramientas que tiene el mundo libre para presionar a los regímenes como el de Venezuela”.

Finalmente llegó al Foro Económico de Davos, Suiza y en un discurso que intentó posicionar la narrativa de que Venezuela es ahora un país al servicio del terrorismo internacional y el crimen organizado, ofreció los recursos patrios con el lenguaje que caracteriza a los comerciantes de la política: “No dejaremos a ninguno por fuera”.