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Migrantes de África y Asia llegan a México
Es de señalar que éstas personas prefieren la Ciudad de México donde ya no cabe ni un alpiste más y es la capital más poblada del mundo o el norte donde, además de estar más cerca del 'sueño americano' los salarios son más altos.
AVN

Foto: CORTESÍA  López-Dóriga Digital

Migrantes de África / Foto: CORTESÍA López-Dóriga Digital

29 Abr, 2019 | Caracas. En los últimos tiempos las informaciones sobre migración aparentan haberse desplazado de Europa a México como si el viejo continente se hubiese librado de un asunto que sigue sin solución y fuera único del nuevo mundo, publicó la Agencia Informativa Latinoamericana.

En un análisis el editor de Prensa Latina, Luis Manuel Arce Isaac, refiere que "Sí es cierto que en este cuarto quinquenio del siglo XXI, y especialmente en 2019, se corrobora en México el fenómeno atípico de que han llegado a su frontera sur ciudadanos de Nigeria, Camerún, Bangla Desh y otros países de África y Asia, a los que sí está acostumbrada Europa".

Es de destacar que lo llamativo del asunto es que "las personas de esos continentes que llegan a la frontera sur mexicana, colindante con Guatemala, lo hacen por vía terrestre lo cual significa que tienen que recorrer una impresionante cantidad de kilómetros, por aire o por mar, muy superior a lo que transitan hacia España, Italia o Francia".

En el análisis la interrogante que se plantea tiene que ver con ¿Cuál es el origen de este presunto cambio de ruta? Hay varias explicaciones, pero la más aceptada es que esa migración percibe que en estos momentos México es la opción más ventajosa ante el freno de Europa a recibirlos, con violación de sus derechos humanos al extremo de que para ellos el Mediterráneo es la ruta más letal del mundo.

Lo cierto es que cada día son más los africanos que se desplazan para trabajar en México, con la esperanza de seguir a Estados Unidos o Canadá tras el sueño americano que en la realidad se les convierte en una pesadilla.

Tal situación contribuye aunque no es la de mayor peso a que México pase ahora de ser un país de tránsito a uno de destino para los inmigrantes africanos.

Claro que también llegan a algunos países suramericanos, pero la gran mayoría escoge Centroamérica con la idea de atravesar México e ingresar a Estados Unidos, para seguir la ruta inaugurada por hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, a quienes se han unido en caravanas multitudinarias.

Similar asunto sucede con los haitianos que muchas veces viajan sin documentos de identificación para mezclarse con africanos en el criterio equívoco de que pasarán mejor la frontera con Estados Unidos si no revelan su nacionalidad debido al rechazo que siempre les han hecho las autoridades de ese país.

Lo cierto es que a las decenas de miles de centroamericanos que salen en caravanas de Honduras hacia Tapachula, se unen otros miles de africanos, asiáticos y caribeños que ejercen una presión extrema sobre autoridades locales, desbordadas en sus posibilidades de darles atención por la masividad de los arribos.

Analistas locales estiman que el cambio de política migratoria del gobierno de Andrés Manuel López Obrador de no represión y atención humanitaria y otorgamiento de visas temporales para trabajar en México, ha estimulado a los migrantes y es una de las causas por las cuales ha aumentado su flujo, lo que pudiera ser parte de la verdad, pero no toda la verdad.

El planteamiento gubernamental, de acuerdo al análisis, es que la migración actual es obligatoria en tanto y cuanto las personas que deciden abandonar sus países no lo hacen por placer, sino porque son mínimas las posibilidades de sobrevivencia por el hambre, las enfermedades, la falta de oportunidades, la miseria, la guerra y la violencia.

En ese sentido, más importante que otorgar visas o erigir muros fronterizos, o militarizar extensas áreas, es atacar con programas de desarrollo sustentables económicos y sociales, las causas que generan el éxodo, pero México se ha quedado bastante solo en esa batalla.

A todas estas, el gobierno federal, y en especial las autoridades locales, soportan una presión intensa, tanto en la frontera sur -que es la entrada de la migración- como en la norte que es teóricamente la salida.

Valga destacar que, en realidad la parte no es la salida, pues Estados Unidos regresa a territorio mexicanos a quienes logran ingresar a su lado para que esperen los resultados de su gestión de visa, lo cual puede tardar hasta más de un año.

Un problema adicional se le ha presentado a México y es que la mayoría de los migrantes rechaza sus ofertas de trabajo en el sur donde se concentran grandes e importantes planes de desarrollo del gobierno como los trenes Maya y Transístmico y la reforestación de vastas áreas que requieren millones de asalariados.

A lo anterior se suma otro problema, y es que las caravanas de migrantes se crean sin que medie una selección de sus integrantes, algo que parece literalmente imposible, y se mezclan con las personas necesitadas de emigrar mucha gente de mal vivir que han ocasionado episodios de violencia lamentables aprovechando la orden de no represión.

Concluye el anàlisis indicando que "Toda esa situación ha dificultado que se cumpla en toda su dimensión y proyección el objetivo del gobierno de lograr una migración ordenada, controlada, legal y pacífica en la que el migrante escoja libre y soberanamente entre obtener una visa humanitaria con derecho a trabajo, ser deportado a su país de origen con asesoramiento y otras garantías, o insistir en su objetivo de seguir viaje y gestionar una visa en Estados Unidos.




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