15 Nov, 2018 | La semana caótica que vivimos en Margarita como consecuencia de la falla en el servicio de electricidad, es otra muestra irrebatible del monumental fracaso de la revolución chavista. Los servicios públicos no sirven. No hay agua. El transporte terrestre es una calamidad. Conferry ya no es de una parte de Margarita, sino de los militares que la canibalizaron; tampoco navega en el mar. Movilnet, Cantv ¿unen a la gente?

El Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, el enésimo plan socialista, anunciado en agosto, ya es chatarra junto con los motores y las “Tres R” del comandante. La hiperinflación se raspó al medio petro de salario mínimo y se llevó en los cachos al soberano. Viene más hambre, cierre de empresas, desempleo; más deterioro de los servicios y más éxodo de venezolanos desesperanzados.

Amigos chavistas (de verdad tengo muchos y muy queridos) la revolución es un fracaso y está provocando la tragedia que vivimos a diario. Y es un fracaso no porque haya “infiltrados de la cuarta”, o porque hay “corruptos que se hacen pasar por revolucionarios”, o por “la guerra económica del imperio y sus lacayos”. La revolución es un fracaso porque ontológicamente la estatización y la colectivización forzada impiden que la iniciativa privada, el deseo de superación individual, impulsen el progreso de la sociedad.

Amigos chavistas, la revolución está muerta y está causando muertes. Venezuela se ahoga bajo el peso de la revolución marchita. No imiten a Juana la Loca en su errancia durante largos y fríos meses por tierras castellanas arrastrando el cadáver putrefacto de su amado esposo Felipe, El Hermoso. Es tiempo para encajar con entereza las ilusiones perdidas, elaborar dignamente el duelo y dejarla descansar en paz. Entierren el cadáver de la revolución, abran paso al resurgimiento de Venezuela.