La fiebre es la manifestación cardinal de muchas enfermedades. / Foto: CORTESÍA

8 Jul, 2018 | El ser humano experimenta, de forma normal, variación de la temperatura corporal en el transcurso del día. Las cifras menores se presentan entre las 4:00 y 6:00 a.m. y las más altas entre las 4:00 y 6:00 p.m. Estos patrones cambian con la edad, porque los mecanismos termorreguladores tienden a ser menos eficaces con el paso del tiempo.

En el adulto, la temperatura corporal fluctúa normalmente entre 35,6°C y 37,7°C.

Existen diferencias entre los sitios donde se toma la temperatura. Describiéndose los límites superiores de la temperatura normal de la siguiente forma: rectal, 37,5°C; bucal, 37,3°C; axilar, 37°C; y en la membrana timpánica, 37°C.

La fiebre es la manifestación cardinal de muchas enfermedades, entre las que destacan los procesos infecciosos, dado que es un importante factor de defensa que incrementa la reacción inmunológica del organismo afectado.

En comparación con la población de menores de 60 años, los ancianos son más susceptibles a las infecciones. Esto se atribuye a presencia de enfermedades como HTA, DM, etc.; además del deterioro del sistema inmunológico o sistema de defensa.

Es posible que el anciano no presente elevación de la temperatura ni siquiera en enfermedades graves, lo cual retrasa el diagnóstico y agrava la enfermedad.

La ausencia de fiebre en la tercera edad no determina la ausencia de un proceso infeccioso, por lo cual se debe estar pendiente de otros cambios, por ejemplo cambios en el olor y color habitual de la orina o heces. Alteración del humor como depresión o ansiedad de aparición brusca y sin causa, o alteración del sueño como la hipersomnia, que es el sueño prolongado y profundo.

Nos leemos en ocho días. Que la Virgen les mantenga bajo su manto protector.