16 Dic, 2017 |

Siempre

Aunque el zancudo pique la espalda,
aunque el mantel avise que el jabón amerita,
aunque la frase ahora escrita le
agradezca a la vela,
aunque el gato no calle,
estamos solos.
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Alguien vio mi tristeza.
Creo que mi tristeza ya era la suya,
por eso la vio.
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Enredando mis rizos
desenredo
el silencio de mi voz.
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Yo vi.
Tú viste.
Nosotros vimos.
Y conjugamos.
O quizás solo soñamos.
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Quise volver
y recordé que nunca me fui.
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Esta gaita es tan feliz,
que me hace llorar.
Ella me entiende.
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Para mí,
escribir es intentar definir lo indefinible:
el amor.
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Mis ojos lloran tanto que
quizás al yo verte
no te vea,
por eso te pido que
mejor tomes mi mano
y le indiques el camino
hacia tu latir.
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En sueños recorro veredas que la realidad poco o nada considera, llamándolas anónimas. Hoy menos que ayer considero la realidad (absurda realidad), por lo que vuelvo a soñar.

*Del libro Vereda Anónima, de Dalal El Laden.