8 Dic, 2017 | Indiscutible, sin lugar a dudas, votar el 10-D resulta en este tiempo de crisis una inescapable obligación. En esta oportunidad, todos los demócratas tienen una cita con la historia que no deben eludir. Imperdonable si acaso olvidan que hacerlo es un derecho y un deber. Sufragando aportarán el grano de arena indispensable para que, millones, terminemos reafirmando que los venezolanos queremos vivir en democracia y no bajo el totalitarismo.

Necesario apuntalar el debilitado cimiento sobre el cual descansa nuestra democracia. Atacada desde adentro por quienes la pretenden solo para expoliarla y desde afuera por quienes la expoliaron y ahora buscan demolerla, votar es frenar esa despreciable pretensión. Un compromiso que debe ser honrado sin temores, frente en alto, con cívica valentíaVotar es reiterar que somos dueños de nuestro destino, que no escuchamos cantos de sirena ni menos a Mesías y encantadores de serpientes. Votando rechazamos sus equivocados intentos, sus demostraciones de errado liderazgo y sus componendas.

Votando nos declaramos libres para decidir nuestro destino, que comienza por saber ganarnos el poder municipal, piedra fundamental de toda sociedad realmente libre. La convocatoria, entonces, es para que, masivamente, la ciudadanía sufrague este domingo sin duda alguna fecha hito en la historia política nacional. Un deber, un derecho, una obligación.

Votar asimismo constituye en esta encrucijada un reto y compromiso que nadie debe negarse a contraer. Estamos obligados, definitivamente, a darle a Venezuela ese espaldarazo.