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17 de mayo de 2024





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Apuesto por Venezuela y su gente
El desorden permite la práctica de métodos viciados que con el tiempo propicia efectos irreversibles, conducentes al caos, permitiendo la intervención de actores exógenos con intereses muy claros que no recogen un sentimiento nacional para el crecimiento de la nación.
Joselino Serrano | Joselino.serrano@gmail.com | @jmserrano73

18 Nov, 2017 | En una ocasión el empresario Bill Gates mencionaba lo siguiente: "Las oportunidades grandes nacen de haber sabido aprovechar las pequeñas", esta reflexión nos viene como anillo al dedo en las actuales circunstancias que vivimos en el país.

Hay un proceso de retroalimentación que se asoma como una forma de fortalecernos como sociedad, la articulación y conciencia empiezan a jugar un papel de primera línea, el disentimiento conducido producto de la crisis emana de manera natural en todas las edades. Los análisis de las situaciones adversas se expresan en jóvenes, adultos y ancianos; son muchos el silencio reflexivo que esconde un mundo de sueños y esperanzas, de una verdadera y auténtica transformación.

Producto de esta crisis, se está corriendo el riesgo de que las ideologías queden relegadas a un plano de exclusión, no por sus contenidos, la causa se focaliza en los hombres y mujeres que tienen la difícil tarea de dirigirlas. Aunque esta realidad tiene un comportamiento cíclico, o sea, no es nuevo, las consecuencias impactan en los valores éticos y morales de las sociedades.

El desorden permite la práctica de métodos viciados que con el tiempo propicia efectos irreversibles, conducentes al caos, permitiendo la intervención de actores exógenos con intereses muy claros que no recogen un sentimiento nacional para el crecimiento de la nación.

La línea de caos propicia la innovación y el emprendimiento, son incontables las formas ideadas para resurgimiento de vías productivas, con poco se hace mucho, la materia prima se reinventa. A este enfoque se le suma una madurez de corte político en la población, se empieza a ponderar la capacidad en el hacer siendo herméticos ante planteamientos propios de la diatriba política.

El momento reclama la insurgencia de nuevos actores con responsabilidad de la conducción política, enmarcados en el nuevo diseño de país. Se empieza ver un rechazo en discursos reiterativos.

Las oportunidades existen, solo debemos ir por ellas, descubrirlas y operacionalizarlas; el desarrollo de un país se hace con su gente talentosa, la infraestructura educativa y tecnológica están presentes. Es preciso manifestar mayor voluntad política para la transformación, los flujos de emigración deben parar, pero para que esto ocurra se deben garantizar verdaderas condiciones para el desarrollo.

Nadie puede vivir mejor que en su país; ¿por qué potencializar el desarrollo de otra nación con nuestro trabajo y abandonar la demanda que en este mismo orden reclama Venezuela? Me cuesta creer que las situaciones nos hayan convertido en seres cobardes y pesimistas. Los hombres y mujeres con responsabilidad política (gobierno y oposición) no gozan de ninguna exclusividad, estos son transitorios y sus métodos no tienen la particularidad de ser exactos.

Por Venezuela todo, sin Venezuela nada.




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