8 Jul, 2017 | Cuando escuchábamos hablar del proceso revolucionario, significaba que estábamos sometidos a una situación de transformación en el tiempo y el espacio. En su momento, el Presidente Chávez cumplió con su responsabilidad de transformar el Estado pasando por facilitarnos una nueva e innovadora constitución y organización de los poderes nacionales; facilitando instrumentos jurídicos e instituciones que tenían la responsabilidad de dar la viabilidad de lo previsto en los planes de gobierno para la fundación de la Venezuela Potencia. Significa que la carta magna del año 1999 representa la puerta de acceso para la transformación del país. La CRBV-1999 dentro de sus articulados preveía la posibilidad de transformarse si la circunstancia lo ameritaba.

Aquí se da inicio a la discusión reflexiva de la necesidad de transformar. Desde la llegada del presidente Maduro al ejercicio gubernamental, hemos sido testigos de innumerables formas de irrumpir con un proceso normalizado de la gestión pública. Son novedades sistemáticas de boicoteo, que lejos de perjudicar al presidente y su equipo contempla una suerte de atomización de penurias y calamidades de la ciudadanía, irrumpiendo con la tranquilidad que por derecho humano deben tener los ciudadanos que convergen en una sociedad pluralista, democrática y revolucionaria. A los efectos de quien tiene la razón, debo decir, en mi condición de socialista; a la cual no estoy dispuesto renunciar, que son los hombres que tienen la responsabilidad sobre el modelo. No se le puede atribuir al modelo los desaciertos hechos por sus operadores, por lo que es preciso que las autoridades de dirección analicen medidas mitigantes que puedan revertir toda matriz de desunión militante.

Debemos insistir en el reencuentro nacional enarbolando las banderas de la paz y el amor, no está planteado desconocernos como hermanos nacidos en una misma tierra. Prevalece en este momento dar un alto a la impunidad y complacencia que se derivan de la adulación hipócrita de los caza oportunidad. En la vida es natural equivocarnos, pero ante las equivocaciones debemos ser responsables y asumir nuestros desaciertos con las medidas que la sociedad impongan y que enmarquen en un contexto de legalidad vigente. No podemos pretender tirar la piedra y esconder la mano, sabíamos de la responsabilidad ética y moral que se le adosaba a los cargos de dirección. Asumamos con responsabilidad las malas interpretaciones administrativas que hicimos de los recursos propios, quienes la hayan hecho, evitando ser cómplices de lo injustificable.
El país demanda deponer actitudes irracionales de ambos sectores políticos, sería muy triste permitir que la autodeterminación de la patria se vea amenazada por pretensiones internacionales que solo buscan pescar en río revuelto.

No olvidemos cuáles son las intenciones reales de participación de estos, se trata de nuestros recursos naturales y energéticos que tienen una carácter transgeneracional. Somos los venezolanos que debemos arreglar nuestras diferencias, hay una justicia que no es la de los hombres, me refiero a la divina; esta no prescribe y la factura nunca es archivada.