30 May, 2017 | Nadie en su sano juicio se atreve a vaticinar cuál será el desenlace de la crisis que sufrimos en este país. El problema fundamental radica en la posición del gobierno que no respeta la Constitución ni cree en la democracia. Quieren perpetuarse en el poder “como sea”. Ahora, salen con una Asamblea Nacional Constituyente” a su manera”, como un sastre, un traje a la medida de Maduro y su grupo del PSUV.

Se ha repetido hasta el cansancio que la Constitución es muy clara en su artículo 347, cuando establece que el sujeto que convoca a la Constituyente es el pueblo de Venezuela, no es el Presidente de la República ni la Asamblea Nacional. De tal forma que debe realizarse un referéndum para que el pueblo decida si quiere o no una Asamblea Constituyente.

Para que esto ocurra se necesita que haya poderes públicos independientes y autónomos, cuyos titulares actúen de conformidad con la Constitución y las leyes.

La posición del Consejo Nacional Electoral (CNE) es francamente genuflexa y sumisa con lo planteado por Maduro. Las rectoras oficialistas han convertido al CNE en el ministerio electoral del gobierno. Es absolutamente deplorable que mientras al referendo revocatorio le colocaron todo tipo de trabas y obstáculos y se burlaron de la Constitución y la ley cuando no convocaron las elecciones de gobernadores y de diputados a los consejos legislativos; sin embargo, a Maduro en cuestión de horas le aprobaron su llamado ilegal e inconstitucional para la Asamblea Constituyente. ¿Cómo se podría hablar de independencia y autonomía de ese poder público? Ya ni siquiera disimulan su parcialidad con los intereses del gobierno.

¡Qué vergüenza, Sra. Lucena!

Tan antidemocrática e inconstitucional posición del gobierno ha causado la muerte de más de 58 jóvenes venezolanos que han regado con su sangre los caminos de la patria de Bolívar. La represión de la Guardia Nacional, Policía Nacional y los grupos paramilitares son los responsables directos de tan repudiables acciones y, más temprano que tarde, tendrán que responder ante una justicia imparcial e independiente y recibir castigo los autores materiales e intelectuales.

Defender la Constitución y la democracia es la tarea de hoy. No es tiempo para ambigüedades ni posiciones conformistas. Es hora de definiciones.

Cada venezolano debe asumir con responsabilidad y decisión su posición frente a la crisis.

Es indispensable alcanzar la victoria que permita dejar para la historia esta experiencia política y económica irrepetible por trágica y desastrosa para los altos intereses de la familia venezolana.