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El docente del siglo XXI
Es pertinente destacar que el mayor recurso de este siglo está contenido en la ciencia y en la técnica, por ello, los países de mayor desarrollo en el mundo han asumido que invertir en la educación y formación del talento humano es la inversión más rentable para la garantía de su avance y progreso.
MarÍa Margarita Galindo | mariagalindo2008@hotmail.com

12 Abr, 2017 | Reflexionar sobre la esfera de la profesión docente, y más específicamente sobre su formación, implica analizar cómo la innovación y los grandes cambios de un mundo globalizado han impactado sobre la sociedad. En este sentido, la sociedad actual ya no necesita docentes "dadores de clases". La globalización como fenómeno mundial ha cambiado la forma de reconocer al docente. Aquel docente dedicado a la exclusiva enseñanza de la ciencia sin producción es un docente del siglo pasado.

Actualmente la meta es producir conocimiento para el desarrollo de nuestros países y regiones y la producción del conocimiento está anclada en la investigación.

Es pertinente destacar que el mayor recurso de este siglo está contenido en la ciencia y en la técnica, por ello, los países de mayor desarrollo en el mundo han asumido que invertir en la educación y formación del talento humano es la inversión más rentable para la garantía de su avance y progreso. De este modo, en los países en los cuales se reconoce que el desarrollo está inmerso en la educación de sus ciudadanos, la profesión docente es una de las profesiones más valoradas y respetadas en todo sentido.

En este orden de ideas, las universidades son las instituciones responsables de la formación de nuestros docentes. Según esta visión, la universidad del siglo XXI debe estar inspirada en formar profesionales capaces de producir conocimiento a través de la investigación científica, pues el mismo constituye la materia prima básica para el desarrollo. En este particular, vemos países que sin tener suficientes recursos naturales son naciones prósperas que manejan la invención y la producción de sus profesionales y el talento humano de sus trabajadores como el principal recurso para su desarrollo, ejemplo de ello son Japón, Suiza y Singapur.

Necesitamos ese docente que, formado en y para la investigación, sea capaz de generar en sus estudiantes la pasión por investigar y por innovar. Un estudiante formado por un docente investigador tiene garantía de ser un ciudadano activo porque ha sido formado desde la racionalidad crítica que le inspira a desarrollar un pensamiento autónomo, crítico, reflexivo y productivo. Ese ciudadano formado en un ambiente propio de la generación del conocimiento, será capaz de indagar y actuar sobre su realidad con la posibilidad de transformarla positivamente, pues la mayor enseñanza recibida es tener las herramientas científicas necesarias para producir conocimiento y dar soluciones a los problemas que le circunscriben. Este mundo necesita hacer de la formación del docente-investigador una política pública de Estado que replantea la visión de la universidad ante una sociedad que se transforma de manera permanente y que exige conocimiento para su desarrollo y formación integral.

El docente pasivo, repetitivo, sin sentido crítico, improductivo, que solo "enseña" sobre teorías ajenas es un docente devaluado que ya no tiene espacio para un mundo globalizado que presenta retos y cambios novedosos que solo pueden ser abordados desde la ciencia, la innovación, la crítica y la creatividad de un pensamiento formado bajo un ambiente no conformista, que acude a la investigación como la principal fuente para la producción de conocimiento. Creo firmemente que el docente-investigador es el nuevo docente del siglo XXI.




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