Porlamar
25 de abril de 2024





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Rendir salario para los alimentos es una aritmética que no cuadra
Planificar el presupuesto familiar resulta tarea titánica en la mayoría de los hogares margariteños. Por otra parte, crecen las ventas ambulantes para el rebusque necesario, desde “combos” de verduras hasta dulces y suspiros.
Yanet Escalona

Foto: ARCHIVO

Con el vaivén de los precios, donde hoy algo tiene un costo y al siguiente se triplica, no hay planificación que valga. / Foto: ARCHIVO

20 Mar, 2017 | Las principales ciudades comerciales de la isla de Margarita, como lo son Porlamar y Juan Griego, constituyen el espejo de una Venezuela donde las matemáticas no cuadran a la hora de compaginar ingresos con la compra equitativa de alimentos. Precios que sube y bajan llevan al descontrol. No hay presupuesto que se pueda organizar ni lógica alguna.

Los diálogos fluyen por cada rincón. Un usuario que entra a un local de venta de variados productos alimenticios se queja: “No entiendo cómo si el dólar baja, los precios suben”.
Casi ofendida, le replica la dueña del local: “Bueno, ¿y cómo vamos a hacer si esta mercancía la compramos cuando el dólar estaba más caro? ¿Vamos a cargar entonces nosotros con las pérdidas?”, le preguntó, y así prosigue el debate.

En otro local cercano , la propietaria se quejaba porque los precios del pan árabe aumentaron al mayor y lo peor es que vino con un tamaño más reducido. ¿Cómo se justifica?

Tanto consumidores como expendedores se quejan al unísono por el incomprensible vaivén de la economía, donde los desajustes tocan hasta el más cauteloso en las cuentas.

Ventas por doquier

“Arroooz con leche”, “Pruebe estos ricos suspiros”, “Lleve cinco plátanos”... es la vocería por las vías más transitadas del centro.

El desempleo y el poco rendimiento de los ingresos familiares también obliga a que muchos se lancen a las calles, en busca del sustento o para complementar lo que lleva el jefe de familia al hogar, pero ni así logran hacer bien las tres comidas.

Mango por pan

En el caso de Ramón (no quiso dar su apellido), que vendía pequeños mangos de bocado a un costo de Bs 1.500 cada bolsa, dijo que sale a vender ese fruto traído de San Juan para poder llevar comida a su casa.

-Usted no me está preguntando, pero salí a vender estos mangos que recogí en San Juan para poder comprar panes, si es que también los consigo porque las colas en las panaderías están enormes -justificaba así su presencia por estas calles.

Desborde total

Como él, centenares de personas, entre niños, jóvenes y adultos desbordan aceras, calles y terminales de pasajeros, ofreciendo variedad de productos y tratando de captar la clientela con la mejor oferta: cinco plátanos por mil 500, tomates a mil el kilo, suspiros a Bs 300 cada uno, mango verde picado, con aderezo de adobo o sin éste; combos contentivos de ají dulce, una cebolla y un pimentón, o simplemente bolsa pequeña de ajíes a 500 bolívares.

Otra de las ventas ambulantes que más prolífera es la de masa de maíz blanco y amarillo. También los granos porque la gente ha “desempolvado” sus molinos y ya sancocha el maíz para la masa y así asegurar al menos la arepa diaria.




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