Porlamar
26 de abril de 2024





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Simón “Rico-Rico”, el heladero de la Margarita
Nadie hará como Simón, ¡otro así de mantecado! Carlito “Er Ñeco” el del Soco, ¡alegre y jovial negrito, se lo echaba de jobito y, después uno de coco!… ese decía: ¡No, floco! Saboreando con agrado y, de aquel viejo Mercado, nos quedó el refrán ufano: ¡Como er de Simón Milano… ¡jamás se hallará un helado!…
Perucho Aguirre

23 Feb, 2017 | Delicioso el de catuche y es la verdad absoluta. Helado de pura fruta los que iban para el buche. Que se grite y que se escuche qué descanso, qué abanico; en Simón ni pico pico y, aunque a muchos les asombre… ¿Helados como el de este hombre… ¡Dificurto, primo chico!… Sabroso el de mandarina, el de maní empalagaba. ¡Muy buenos los de guayaba y el de tamarindo en tina! Se hartaba Chico “Nanina” con aquel chocolatado ¿Y el de mamey? ¡Alabado! Y es muy bueno el de limón…

Nadie hará como Simón, ¡otro así de mantecado! Carlito “Er Ñeco” el del Soco, ¡alegre y jovial negrito, se lo echaba de jobito y, después uno de coco!… ese decía: ¡No, floco! Saboreando con agrado y, de aquel viejo Mercado, nos quedó el refrán ufano: ¡Como er de Simón Milano… ¡jamás se hallará un helado!… Aquel puerto de la Mar, me refiero al Pueblo antaño, se le ha hecho mucho daño, al agriarle el paladar. Aquel deseado manjar que gustó José “Perico”; perderlo no me lo explico.

Este helado de primera… Ni otro así en sorbetera, ¡como aquel de “Rico-Rico! De madrugada partía Simón a pie, hacia el viejo Mercado. El difunto Mercado de lajas, de voces sanguíneas y azules. De allí, traía: pescado, carne, gallinas, vituallas y aliños. Hermosos nísperos, olorosos jobitos del río, cocos asuntinos, guayabas dulcitas, las trasteaba por ahí, o las encargaba al Valle del Espíritu Santo y, aprovechaba de ir a ver La Virgencita. Frutas, ¿por qué tantas frutas? ¡Porque Simón Milano era el más grande de los heladeros de La Margarita! Entre las esquinas de calle Nueva con Martínez, al frente de La Bodega de Jesús López. Y, de paso, pasaba por la farmacia “Francesa”, trayendo las esencias que nadie supo de qué eran. Y le entraba con ímpetu a esa dura y exigente faena, al lado de su hijo Naudy.

Eran frutas de helado lo que hacía Simón… Ollas de porcelana, tela de güesito para colar sorbeteras, sal, huevos criollos, leche, vainilla y azúcar eran algunos de sus elementos ¡Y manigueta! Y salían Simón y Naudy a eso de las tres de la tarde, en aquella pintoresca carreta, hacia la vida… ¡Ricooo-Ricooo! Y, al hacer los primeros cuatro bolos. ¡Corre, Naudy, y llévale a Isabel que ya está segura la cena! Al llegar al Muelle de Tablas, botaba el agua friíta y salada que se depositaba en las sorbeteras… -¿Más agua salada? –Diría el mar azulito del Viejo Puerto! Después a las puestas del derrumbado y dinamitado “Porlamar Cine”, donde no faltaba Masarango. Contarlo es sentir como una huella de ilustre amor, en la arena, que jamás nadie podrá borrar. Simón Milano “Rico-Rico” es otro de los acaudalados pintores de este notable oficio; ¡el de ser Pueblo! Al lado de cada sorbetera de esas nació la gota de sangre que ha hecho posible cuatro gotas de sangre en el azul itinerario de mi vida -mis cuatro hijos-… ¡ Y lo más hermoso de mi existencia… ¡Berenice del Valle, hija de estos dos seres queridos, Simón e Isabel!… Sí, contarlo es sentir esa huella de amor en las arenas de aquel viejo Puerto, que ya no es “de la mar”, no, ahora es Porlamar, así de simple… con letra minúscula.

¿Azul?




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