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Hace 101 años nació Billo Frómeta, "el novio de Caracas"
Afirmaba que “cantarle a Magallanes era cantarle a Venezuela” y que aprovechó los triunfos de Magallanes para plasmar esas canciones que quedaron para la historia. +Video
Redacción | @elsoldmargarita

Foto: CORTESÍA

Billo Frómeta llegó a Caracas el 31 de diciembre de 1937. / Foto: CORTESÍA

15 Nov, 2016 | Caracas. Tras hacerse un nombre en su natal Santo Domingo, llegó a Caracas el 31 de diciembre de 1937 junto a su orquesta, para tocar en el Roof Garden, un prestigioso local nocturno ubicado en pleno centro de la ciudad, frente a la Plaza Bolívar. Luego son llamados para inaugurar Sans Souci, otro importante local de Caracas, para ese entonces la orquesta contaba con los cantantes Víctor Pérez y Rafa Galindo, logrando imponerse en las preferencias de los venezolanos.

En los años 50 la orquesta Billo’s competía con los grandes de la canción popular Luis Alfonzo Larrain, Pedro J. Belisario, Chucho Sanoja, Rafel Minaya, la orquesta Aragón, La Sonora Matancera y Dámaso Pérez Prado entre otros.

El dominicano que impuso su merengue natal, el que estaba influenciado por orquestas cubanas y puertorriqueñas, comienza a fusionarla con la idiosincrasia criolla, y lo que resultó fue la música con la que se identificaron con fervor los caraqueños, y que persiste aún en muchas de las celebraciones en nuestro país. Billo dijo siempre que no sabía “si los venezolanos lo habían enseñado a tocar a él, o él había enseñado a bailar a los venezolanos”.

Enamorado de Caracas

Cuentan cronistas, que cuando Billo llegó a Caracas, -aún con su sencillez “pueblerina”- conservaba el sabor de toda ciudad caribeña. Sus calles y sus casas le recordaban a Quisqueya y fueron durante años el único vínculo que tenía con su propio mundo.

Así, Billo se dedicó a lamentar -con nostálgicas canciones- esa pérdida que para siempre significaba la destrucción de la memoria física de la ciudad, señala una nota del diario 2001.

Surgen así, entre otros temas, "Sueño Caraqueño", "Mi viejo Guaire", "El mielero", "Mi novia es Caracas", "Caminito avileño", "Capillita del Calvario" y "Caracas pórtate bien", la última de sus composiciones dedicadas a la ciudad.

En 1966 falleció el último cochero de la ciudad, Isidoro Cabrera, gran amigo de Billo desde su llegada. A él dedicó el tema “Epa Isidoro”, reclamándole el haberse ido “ahora que Caracas está celebrando el cuatricentenario”.

Para ese entonces, Billo había grabado con su orquesta de cuerdas lo que sería su regalo a tan grande acontecimiento, el disco "Canto a Caracas". Allí dejaba claro no sólo sus conocimientos de la llamada música académica sino, también, su amor a la ciudad que le abrió los brazos a él y su música.

Al año siguiente se celebrarían por todo lo alto los 400 años de la fundación de la capital venezolana. Pero todos estos actos se vieron empañados la noche del 29 de julio cuando un sismo de 6,5 en la escala de Richter sacudió la ciudad.

Y Billo comenzó entonces a cantarle a Caracas. Ya no como el anecdotario cronista que había compuesto guarachas como "El muerto de las Gradillas", "El son del carnaval", "Las muchachas de mi tierra" o "Luna caraqueña", sino como el nostálgico desencantado.

Amaba a Caracas con corazón magallanero

Billo nunca ocultó su pasión por el béisbol; siempre dijo que amaba a la ciudad de Caracas pero que su equipo eran los Navegantes del Magallanes, por ser un equipo nacional, que el Caracas tenía a los Leones, que Aragua a Tigres, pero que “Magallanes era el equipo de todos los extranjeros que habían llegado al país” y dijo en una oportunidad -a tono de broma- que el uniforme de Magallanes que tenía que llevar el rojo aparte de los colores amarillo y azul “para que completara los colores de la bandera”.

En la eterna batalla entre magallaneros y caraquistas muchos criticaron el hecho de que Billo le cantaba a Magallanes y no a Leones, pero él siempre lo dijo “Venezuela es un país como Magallanes, triunfador”.

El último compás

El 27 de abril, Billo Frómeta salió del ascensor a una de las terrazas del Teatro Teresa Carreño donde la Orquesta Sinfónica Venezuela ensayaría los temas que se iban a ejecutar en el homenaje con motivo de sus 50 años de haber llegado al país.

En el ensayo se leyó por primera vez “Un Cubano en Caracas”, una obra sinfónica corta donde Billo mezcló los temas "El Manisero" y "Alma Llanera". La pieza sorprendió a los músicos quienes aplaudieron la calidad de la obra. La emoción del maestro hizo que se desvaneciera y cayera al piso.

Había sufrido un derrame cerebral, por lo que fue llevado de emergencia a la Policlínica Santiago de León donde murió ocho días despúes, el 5 de mayo de 1988.

Sus restos fueron velados al día siguiente en el Concejo Municipal. A las diez de la mañana montaron el féretro en un carro de bomberos y tras él, en una muy lenta procesión de más de veinte kilómetros, miles de caraqueños lo siguieron hasta el Cementerio del Este donde llegó al atardecer.

Luego del sepelio, y con la fosa aún abierta, todos cantaron "Alma Llanera". Así había sido su deseo, que en su lápida fuese grabado el último compás con el que Pedro Elías Gutiérrez había terminado su zarzuela y que tradicionalmente en Venezuela significaba el final de toda fiesta. Así terminó, como si terminara un baile, el funeral de “el novio de Caracas”, como le gustaba que lo llamaran.




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