1 Jul, 2016 | Margarita, luego de 199 años de la Batalla de Matasiete, volvió a ser escenario de otra gran gesta emancipadora, esta vez la Batalla final por Referéndum Revocatorio. El “combate” se inició a eso de la ocho de la mañana del pasado viernes 24.

El ejército demócrata estaba conformado por miles de mujeres y hombres neoespartanos de diferentes edades, dispuestos a dar la vida por la Democracia; comandado por el invicto Alfredo Díaz, un aguerrido defensor de la Democracia. El ejército enemigo antidemocrático estuvo comandado por Joe Uzcátegui, un avezado hacker de sistemas, quien con artimañas procuró imponer sus obscuros intereses politiqueros y crematísticos por encima de la voluntad del pueblo.

La justa se desarrolló bajo el inclemente sol margariteño, que en ocasiones daba paso a un fugaz aguacero, prueba irrefutable de la bendición divina hacia los pertinaces demócratas. Innumerables trabas eran lanzadas por el sanguinario hacker, y por su más despiadado aliado (Corpoelec): cortes de luz; tumbes del sistema; almuerzos interminables; colapso de las obsoletas captahuellas. Pero nada amedrentaba al acérrimo ejército demócrata, que luchaba denodadamente, dejando lágrimas y sudor en el campo de batalla, y que avanzaba impávido y erguido sin retroceder un centímetro, convencido de que triunfaría.

Dispersos e inhóspitos escenarios; pero un solo objetivo impulsaba a los demócratas: Revocar al tirano para salvar la Democracia. No contaron las huestes oficialistas, con que en cada uno de los campos convenientemente escogidos por el enemigo, habría una pléyade de auténticos guerreros. En El Maco de Bolívar chocaron con los herederos de Francisco Esteban Gómez. En Pampatar fueron aplastados por los hijos de Manuel Plácido Maneiro. En La Asunción no pudieron con la valentía de los herederos de Juan Bautista Arismendi; y en Boca de Río fueron víctimas de la furia de los descendientes del Cacique Macanao, quien reencarnó en su cógenere, el también indio Guaquerí Alfredo Díaz. La Gran Batalla neoespartana por el Revocatorio, que al igual que la de Matasiete terminó a las cuatro de tarde, selló la gran victoria nacional hacia el Referéndum Revocatorio.