25 Jun, 2016 | LLEGANDO A CASA
Mi cuerpo reclama aún no haberlo liberado del vestido
mientras sigo aquí en mi cama.
Mi cabello reclama aún no haberlo liberado de la trenza
mientras sigo aquí en mi cama.
Mis labios reclaman aún no haberlos liberado del labial
mientras sigo aquí en mi cama.
Mi vientre reclama aún no tener en él tu mano
mientras sigo aquí en mi cama
queriendo retomar mi fuerza
para pararme,
liberarme del
vestido,
de la trenza
y del labial,
fuerza que
-imaginando que es tu mano la que toca-
ahora,
al yo tocar mi vientre,
retoma su andar al sentir en él tu llama que
-ahora sin vestido,
sin trenza
y sin labial-
me regresa a la cama
y te llama.
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Mi mirada en tus ojos,
mis brazos en tu abrazo,
mi cabello en tus manos,
mis lágrimas en tu boca:
mi definición de hogar.
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Mis palabras se esconden.
Cierro mi cuaderno.
Me persigue mi página no escrita.
Mis palabras se esconden.
Mi página no escrita me lleva a buscarlas en mi edredón y
me cubro con él
contándome de mi frío entre su calor.
Cierro mis ojos.
Sigo buscando.
Tus palabras no se esconden.
Mi página no escrita me lleva a acariciarlas en mi edredón y
me descubro con él
contándome de tu frío entre su calor.
Tus palabras no se esconden.
Abro mis ojos.
Abro mi cuaderno.
Lo he encontrado todo.