Los trabajadores del campo no pierden la fe en sus tierras. / Foto: DANIEL RAMÍREZ

5 Abr, 2016 | Entre pérdidas e incesante sequía, los agricultores de El Salado, municipio Gómez, no se rinden y ponen a valer sus conocimientos de siembra para empezar de nuevo cada vez que pierden una cosecha por falta de agua o insumos.

Ismael Andarcia, dueño de dos hectáreas en este sector, relató que junto a su hijo, que lleva su mismo nombre, trabajan arduamente por recoger una cosecha. Contó que anteriormente tenían siembras de ají, tomate, pimentón, maíz, cebolla, berenjena, yuca, entre otros rubros, que le servían para producir suficiente mercancía dedicada a la venta, pero actualmente solo tienen 2 mil plantas de cebolla, 150 de ají margariteño, 60 de berenjena y la misma cantidad de hoyos de yuca.

De estos rubros aún no han cosechado. Comentaron que se tardan un poco más por la sequía y aunque la zona cuenta con siete pozos de agua comunitarios, los mismos dueños de asentamientos se han apoderado de unos, otros están vacíos y hay quienes se aprovechan para vender el agua.

“Hemos empezado otra vez, deseando que se nos de la siembra, tratando de sobrevivir porque no se consiguen fertilizantes, esperamos que para octubre o noviembre podamos recoger lo que sembramos”.

Hicieron un llamado al gobierno regional a apoyarlos con todo lo que se necesita para la siembra. Dijeron que son muchos los problemas a los que se tienen que enfrentar, uno
de ellos la inseguridad. “Se roban los cables, las tomas de agua, es difícil trabajar así”, denunció Andarcia.

Probando con ganado

Juan Anato, quien se encarga del cuidado de la finca WV Ranch, de la misma comunidad de El Salado, comentó que tienen algunas reses, con la finalidad de venderlas y producir carne y de las vacas se utiliza la leche para hacer queso. También tienen cinco ovejos, un cochino, pocas gallinas ponedoras y caballos que son utilizados para el coleo.

Explicó que anualmente las vacas tienen becerros, que van vendiendo a medida que crecen y los que llegan a 400 kilos son los ideales para sacrificar y de estos sacar los diferentes cortes de carne.

Todo el dinero que reciben lo invierten en el mantenimiento de los animales, que a su juicio “es bien costoso”. Gastan mensualmente 150 pacas de pasto, cada una con un costo de 650 bolívares y 150 sacos de alimento, cada uno en 4 mil 800 bolívares.

Anato aseguró que cuando se quedan sin agua, buscan la manera de comprar camiones cisternas porque los animales necesitan mantenerse hidratados. “A pesar de la sequía nosotros estamos trabajando e intentando producir lo que más podamos”, dijo.

Confiado en que es necesario impulsar la producción del país y en este particular, del estado neoespartano, Anato informó que tienen un pequeño espacio dedicado a la siembra “para probar que tal nos va”. Tienen ají, pimentón y cebolla en poca cantidad.

También están haciendo un galpón con capacidad para la cría de 5 mil pollos.