La Escuela de Samba Mangueira se lució en su participación. / Foto: EFE

10 Feb, 2016 | El tradicional bloco de las Carmelitas festejó un carnaval que, tras el frenesí de dos noches de desfiles en el sambódromo, entra en su recta final para tristeza de los cariocas, que ya comienzan a pensar en el próximo año.

Zancos de madera, capas de superhéroes, una inimaginable colección de los más variopintos disfraces, cervezas, música y hábitos, sobre todo muchos hábitos, hicieron las delicias de los miles de asistentes que se acercaron a esta tempranera fiesta.

La leyenda de la monja que bailó samba

Quienes se acercaron al bohemio barrio de Santa Teresa, cuyas empedradas calles recorre la comparsa de las Carmelitas, lo hacen para conmemorar la leyenda sobre una monja de esta orden que, según cuentan, un año decidió escaparse de su monasterio de clausura para, vestida con su hábito, bailar samba en el carnaval.

Debido a esta historia, es habitual cruzarse con numerosas personas disfrazadas de monja en este popular desfile del carnaval de rua, esa otra fiesta no tan oficial que huye de los fastos del sambódromo de Río de Janeiro para fundirse con la gente de la ciudad en sus calles.

Por su parte, la fiesta que anualmente se celebra en la avenida Marquês de Sapucaí, nombre oficial del sambódromo de Río de Janeiro, llegó a su fin con los desfiles de las últimas seis escuelas de samba, que tras dos días de frenesí habrán de aguardar al Miércoles de Ceniza para saber cuál escola se proclama campeona este año.

Las fiestas

La fiesta callejera continuará hasta el próximo 14 de febrero, cuando la comparsa Monobloco realice la clausura oficial.