13 Oct, 2015 | El fanatismo hace que algunos dirigentes se expresen sin apreciar el sentido del ridículo.

Es así como una reputada dirigente oficialista de la capital de la República, en una entrevista televisiva dijo: “la gente hace su cola, compra y se va para su casa contenta, porque es una cola sabrosa”.

Ahora bien, usted cree que esa dirigente del PSUV hace cola para comprar leche, harina de maíz, arroz, pasta o café, para solo nombrar algunos de los productos que hoy escasean?
Claro que no y la gente lo sabe. Ella expresa que las colas son “sabrosas”, pero ella no las hace. Es una reiteración de la política del engaño, la mentira y la farsa, y quien caiga, cayó.

Lo cierto es que este periodo luce desgastado. Su agotamiento histórico es evidente. Todo parece indicar que el gobierno no cuenta con suficientes elementos para revertir esta dramática situación que cada día es más irreversible.

Tan es así, que el propio Maduro acaba de reconocer en forma pública que los comicios parlamentarios del 6 de diciembre serán los más complejos de enfrentar para el oficialismo, cuando dijo “Las elecciones del 6 de diciembre pudieran ser los más difíciles que hayamos enfrentado. No podemos caernos a coba”.

Esa confesión del mandatario ratifica lo que señalan todos los sondeos de opinión. El gobierno va a perder inexorablemente las elecciones y la magnitud de su derrota es directamente proporcional a la unidad de la oposición que luce victoriosa, posición que ésta debe asumir sin triunfalismos anticipados ni actitudes y lenguaje excluyente. Aquí todos somos necesarios para la tarea del cambio y la reconstrucción nacional. En relación con los candidatos se pueden argumentar razones para el descontento, pero no es la hora histórica para este tipo de discusión. Es la hora decisiva de la unidad nacional para comenzar a salir de esta pesadilla que viene socavando la institucionalidad democrática del país.

La experiencia vivida en Chile es clave para comprender y analizar la situación venezolana, haciendo la debida separación de momentos históricos y el tipo de régimen imperante en ambas naciones y sin trasplantar en forma mecánica la exitosa lucha de los demócratas chilenos. Es una guía para la acción política acertada.

Seguir el camino trazado es la ruta correcta. El deseo de cambio es general en todo el país. La opinión de la gente es muy negativa con respeto a la gestión de Maduro. En esto no hay duda ni incertidumbre alguna. Continuar motivando y movilizando a los venezolanos, luchando a su lado, viviendo sus experiencias, activando en cada familia, sitio de trabajo, urbanizaciones y barrios para que todos se animen a ejercer su derecho en paz y en libertad, con el voto, el arma más poderosa de los demócratas, es la tarea de hoy. Recomponer el mundo partidista vendrá después. Como lo dijo el Libertador Simón Bolívar: “Dios concede la victoria a la constancia”.