30 Ago, 2015 | “He renunciado a ti, no era posible, fueron vapores de la fantasía, son ficciones que a veces dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía”. El tío Caballo Rojo me sorprende con los primeros versos de La Renuncia, ese afamado poema del bardo cumanés Andrés Eloy Blanco y al inquirirlo sobre esta evocación, dice que eso se le vino a la mente al meditar sobre la situación del país y los sucesos de los últimos días.

“Es que viendo las recientes actuaciones del Heredero y sus compinches, me convencí que ese señor renunció, si es que alguna vez estuvo en su posesión, al amor del pueblo, no tanto por él, sino por el Difunto, pues lo que le dibuja a la gente son vapores de la fantasía y nada de lo que dice tiene siquiera una proximidad de lejanía”.

Apunta que si fuera verdad que el 70% de la producción del país se la llevan de contrabando para Colombia, como asegura el Mirón de Pajaritos, ya mañana, debería sentirse en todo el territorio nacional una gran mejora en la distribución de alimentos, medicinas, cauchos, pañales y detergentes. “Pero yo estoy seguro de que eso no va a ser así, porque es perfectamente demostrable que la raíz del desabastecimiento es la falta de producción, propiciada por el propio régimen con su política de expropiaciones y de destrucción del aparato productivo mediante el cerco económico a las empresas, a las cuales no entrega los dólares para la compra de materia prima. Oía en estos días que de unas siete mil empresas que había acá antes del Proceso, más del 60% están cerradas y las que tomó el gobierno no producen nada”.

Dice Caballo que el Heredero, en lugar de reconocer sus errores y actuar para corregirlos, en absoluto desprecio hacia los venezolanos, se inventa enemigos de toda naturaleza; los gringos, los colombianos, los escuálidos, los bachaqueros, el pueblo que hace cola por razón de gusto y dentro de poco serán los marcianos los responsables de la crisis nacional.

“El Mirón está como el tipo ese que llamaban Don Quijote, que se desquició leyendo novelitas de vaqueros (por las Europas las mentaban de Caballería), quien vio a unos molinos y los atacó convencido que eran sus enemigos los gigantes. El problema es que acá, quien está sufriendo las consecuencias de esos desvaríos, no es el jefe de régimen ni los enemigos imaginarios, sino la gente, que está pagando a veces hasta con la propia vida”.