27 Ago, 2015 | El gobierno legítimo del presidente Rafael Correa enfrenta los embates del capitalismo mundial. Las grandes corporaciones junto a la ultraderecha de su país, generan planes desestabilizadores para derrocar la institucionalidad y crear un gobierno de facto que proteja los intereses de los poderosos. La oposición en componenda con la mediática ecuatoriana articula esfuerzos para atemorizar al pueblo y fomenta la zozobra como vía de acceder al poder.

Desde junio se han afincado las protestas violentas. Al comienzo se justificaron con el argumento de rechazar la Ley de Redistribución para la Riqueza y sobre las exacerbadas ganancias del capitalismo. Luego, sin justificación alguna, se arrecian los ataques al extremo de pretender paralizar al país con llamados a huelgas. Golpe blando puesto en marcha por las élites de extrema derecha latinoamericana.

La Revolución Ciudadana nace de la participación del colectivo ecuatoriano. Los cambios sociales y económicos impulsados por Rafael Correa benefician al pueblo. Muchas de las demandas que por largos años sostuvieron los grupos sociales, son reivindicadas ahora por una Constitución de avanzada cuya misión está centrada en la protección de la naturaleza como génesis vital para la vida no solo de Ecuador sino del mundo. La Carta magna es un ejemplo a seguir pues no solo protege el medio ambiente sino que atiende la desigualdad social, prioriza la inversión para la salud, la educación, la vivienda; además de reconocer los derechos de los pueblos originarios.

Ecuador vive hoy la agresión del fascismo. Los enemigos buscan generar enfrentamientos entre hermanos; la mediática azuza con su manipulación; incluso algunos hermanos indígenas le siguen el juego al capitalismo traicionando las luchas de siglos. Es un panorama de guerra intestina contra la Nación. El pueblo debe rechazar todo intento de desestabilización. La libertad del pueblo ecuatoriano está en peligro. La solidaridad internacional es fundamental para enfrentar y derrotar los ataques del imperialismo yanqui. Alfaro vive.