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26 de abril de 2024





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La chispa y la candela
Entre el continuismo y los derechos humanos, la hegemonía no lo piensa ni un segundo, porque el despotismo y la depredación es lo suyo.
Fernando Luis Egaña | flegana@gmail.com

5 Ago, 2015 | La temperatura del país aumenta día a día. El malestar y la indignación social, también. No es para menos. Con la inflación más alta del mundo, y uno de los niveles salariales más bajos, el conjunto de los venezolanos se siente agobiado, asfixiado, ahorcado por la mega-crisis. Y el responsable principal de todo esto, la hegemonía que encabeza Maduro, no sabe, no puede o no quiere hacer nada para al menos aliviar un poco la situación.

Con creciente frecuencia se están produciendo alteraciones del orden público que tienen que ver, sobre todo, con las interminables colas para tratar de conseguir comida. Entidades que investigan y documentan estos hechos reportan un incremento de la conflictividad social. Las noticias correspondientes suelen ser filtradas por muchos medios. Pero la opinión pública se termina enterando cuando tienen una entidad ostensible, cuando se producen choques violentos, cuando hay intervenciones aparatosas y represivas del poder, cuando hay muertos y heridos, y muchos detenidos.

Algunos analistas comentan que estos acontecimientos son provocados por la hegemonía a fin de crear un clima propicio para suspender las elecciones. Vaya usted a saber... Pero lo cierto del caso, es que la asfixia socioeconómica que se padece en Venezuela es consecuencia directa de los desmanes y negligencias de la llamada “revolución”. Ante ello, el poder establecido no tiene escrúpulo alguno al momento de usar y abusar de la violencia para mantener sus privilegios.

Entre el continuismo y los derechos humanos, la hegemonía no lo piensa ni un segundo, porque el despotismo y la depredación es lo suyo. Todo lo demás es fachada para la galería, comenzando por los derechos humanos. Pero hay una realidad que no puede ser disimulada con eficacia: la realidad de la escasez, la carestía, la inseguridad, la penuria general. Y todo eso alimenta el descontento e incluso la desesperación. Por ello se están suscitando tantos chispazos en diversas regiones del país.

La hegemonía apela a la fuerza bruta para apagarlos y para intimidar a los venezolanos, y en especial a los más pobres que son los más afectados. En vez de promover algún cambio que le dé esperanza al país, que le dé diálogo efectivo, que le dé oportunidad de abrir caminos, lo que Maduro y los suyos manifiestan es más afán de control, más persecución, y más represión. Nadie de buena voluntad desea que los chispazos se conviertan en candela. Pero hacia allá empuja el desgobierno a Venezuela.














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