Las empanaderas señalaron que pasan toda la semana haciendo colas para trabajar el fin de semana. / Foto: STEPHANY OLDAN

8 Jun, 2015 | Si hay un grupo de mujeres que conocen los embates de la escasez de alimentos y las penurias que se viven haciendo colas para adquirirlos son las empanaderas neoespartanas. Estas trabajadoras comentan que cada día es más difícil trabajar pues conseguir harina de maíz se ha convertido en un reto y el precio de la carne, el pollo y el pescado es demasiado elevado.

María Plaza, encargada del quiosco “Las ricuras de mamá” comentó como fue tratada como una criminal por comprar una paca de harina de maíz precocida a revendedores y mientras la trasladaba a su casa fue detenida por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana.
“Compre una paca de harina de maíz a los bachaqueros en 1.500 bolívares, la llevaba en la parte trasera de una camioneta cuando a la altura del Mercado de Conejeros nos detuvo una patrulla de la Guardia Nacional. Nunca me imaginé que la paca de harina fuera el problema, pero resultó que sí. Les expliqué el bulto no era para revender sino para trabajar pues soy empanadera en El Valle”.
A pesar de la explicación María Plaza fue trasladada hasta el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y posteriormente a la Fiscalía, luego del mal rato fue liberada sin cargos.
“No tenía la harina para revenderla sino para trabajar y dar de comer a mis cuatro hijos”.
Plaza comentó que el sistema de ventas por terminal de cédula ha complicado la compra de productos para trabajar y ha tenido que poner a toda su familia a comprar el día que les toque. A pesar de esto no ha logrado conseguir todos los productos pues no se consiguen a diario, ante esto ha limitado su venta sólo los fines de semana.
Para Graciela Rojas, trabajadora en el quiosco “Empanadas Chelita”, el trabajo se ha limitado a los fines de semana pues haciendo colas en los días de semana no puede laborar.
Coincidió en rechazar el sistema de ventas por terminal de cédula y ha tenido que buscar opciones para trabajar. Una de estas es la masa de maíz, que cuesta alrededor de 50 bolívares pero esta trabajadora explica que este paliativo no rinde y trae más pérdidas que ganancias.
Asimismo, comentó que el precio de la carne es demasiado elevado entre 700 y 900 bolívares, mientras que la pechuga de pollo ronda los 300 bolívares.
“A mí no me gusta ser mezquina con las empanadas, si alguien me pide una de carne quiero que tenga bastante carne, no unas tiritas o migajitas. Pero en esta situación no podemos hacer unas empanadas bien resueltas a menos que las comencemos a vender en 100 bolívares, pero quién nos va a comprar si la gente ya patalea y es comprensible pues al margariteño no le alcanza el sueldo para nada”, dijo Rojas.
Las empanaderas pidieron al Gobierno regional las apoye y organice una venta en Mercal o Pdval para que ellas puedan surtirse y trabajar tranquilamente sin recurrir a los revendedores.

Necesaria

Rita Mata, propietaria del quiosco “Mi Consentida”, es otra de las empanaderas que ha limitado su venta a los viernes, sábados y domingos, pues pasa el
resto de los días haciendo colas con su familia para trabajar el fin de semana.
Comentó que un supermercado ubicado en la avenida Francisco Fajardo antes ayudaba a estas mujeres al venderles hasta dos pacas de harina de maíz, pero reseñó que eso se acabó.
“Las empanaderas debemos tener prioridad porque elaboramos platos típicos de la gastronomía margariteña y los turistas vienen a buscar las empanadas que hacemos. Pido ayuda al Gobierno regional”.