27 May, 2015 | Saltan a la vista, frente al caso de Exxon Mobil en Guyana. Como una zorra, buscó otra guarida y encontró una Caperucita Roja. ¿Será tan inocente? No sabemos, porque corazones no vemos. ¿Podemos creer en la buena fe de un gobernante que está informado, aunque sea superficialmente, de lo que se debe hacer cuando hay un compromiso internacional sobre una zona que forma parte del patrimonio territorial de una nación que fue despojada, como han sido muchas otras en nuestro continente, y en el globo terráqueo, a través de botines de guerra, por la fuerza y componendas que los imperios tradicionalmente han usado para engrosar sus patrimonios, aunque se encuentre a millas de distancia? ¿Cuál es el derecho que esgrime Guyana si el convenio es claro? Se trata entonces de una arbitrariedad y una deslealtad, por tratarse de un amigo y miembro de Petrocaribe. Sin profundizar mucho, el dinero y la ambición destruyen los valores en las relaciones de los pueblos, pero como son bienes intangibles y no contables en valores monetarios, son sacrificados por otros que pertenecen a otra categoría. La Exxon Mobil es un monstruo temible por sus ejecutorias, sus abusos, sus violaciones de normas y su irresponsabilidad, dice que utilizará instalaciones en Houston para procesar
los desperdicios que generen sus exploraciones.
Pero cómo creerle cuando en Ecuador hizo un desastre con la Amazonía. Ya sabemos que su objetivo final es el valor moneda ($). Lo demás irá al altar del sacrificio, si fuere el caso. ¡Cuidado Donald Ramotar con el socio del Norte! Por 200 millones de dólares no se deben vender valores inapreciables como la lealtad, el respeto a los compromisos y los derechos de la tierra y de los mares. La práctica que opera fuera de la literalidad de un convenio, y está en el rango de la prohibición, puede ser lesiva para nuestros intereses. Es conveniente para la economía de Guyana y conflictiva para Venezuela, que no puede dejar de preocuparse por la vecindad de la zona de la Faja del Orinoco, entre otros puntos. Lo ideal sería llegar a un acuerdo pacífico, pero sobre la base del reconocimiento a la soberanía de Venezuela sobre la zona reclamada.