28 Abr, 2015 | La gestión madurista, como continuación del discordante gobierno chavista, entre las pocas cosas que tiene clarita, está la de no asumir culpas o la de rodar su ineficiencia hacia otros. Jamás el presidente, ni sus ministros y figuras del régimen, muestran remordimiento alguno ante los errores, sino que con celeridad encuentran a quien trasladar el origen de sus desaciertos, ya sea apelando a la oposición apátrida, el imperialismo yanqui o la burguesía empresarial, tal como lo preceptúa la cartilla comunista cubana, y que tantos dividendos ha dado a Fidel y Raúl Castro.

La regla es aprendida rápidamente por cualquier recién llegado al gobierno, como el actual ministro de Salud, Henry Ventura, para quien –en declaraciones de hace pocos días- el venezolano se enferma a cada rato y consume muchos medicamentos, lo que influye en la escasez de medicinas en el país. Es decir, que según él, tenemos prohibido enfermarnos, como si de algo sencillo se tratara, o como si se pudieran alejar los males físicos mediante ley.

Ya antes Maduro, echándose de nutricionista, criticaba a la ciudadanía porque –de acuerdo a su lúcida visión- el venezolano no se sabe alimentar y come muy mal. Para el mandatario estamos obesos, atapuzados de triglicéridos y colesterol, siendo nuestra la culpa. ¿Será que él no se ha pesado en años o que no les mira los cachetes a sus colaboradores? Una dieta colectiva no caería mal por ahí.

De todas maneras tiene razón. Culpables somos nosotros, porque con la escasez, se ingiere lo primero que se consigue, sin mostrar remilgo ante cualquier pellejo; pero lo que no acepta Maduro es que el desabastecimiento de alimentos obedece a erradas políticas chavomaduristas, como la expropiación de haciendas de siembra y carnes, los cierres de industrias productivas, la persecución a empresarios, y la preferencia a la importación por encima del apoyo al hombre del campo nacional.