2 Abr, 2015 | ¿Me van a decir a mí que una señora de 72 años necesita un esmeril o un taladro de alta revolución de los que vendió Epa a precio justo la semana pasada? Yo vi más de 20 mil años haciendo la cola para comprar esas herramientas, muchos de ellos sin saber siquiera lo que estaban vendiendo. Los vi también en la caja del negocio rogando que les aceptaran la cestatiket como parte de pago, y no los vi pero me imagino que a la salida los esperaba alguien de menos edad para recibir la mercancía y pagarle su servicio. Son las mulas del bachaqueo.

Espectáculo similar lo viví en Paraguaná cuando le cayó la comisión a un establecimiento de esos que venden zapatos de marca y si no es porque conozco el local hubiera jurado que en vez de una tienda deportiva aquello era un geriátrico. Le hice el comentario al primo Gustavo y me dijo que cuando él era muchacho deseaba llegar a viejo para no hacer más mandados. Ahora la cosa es al revés, me dijo entre chanza y nostalgia.

Yo sé que en la tercera edad uno tiene que buscar algún entretenimiento pero, caramba, parado durante cuatro horas no parece muy divertido. Tan bueno cuando no existía el GPS que los viejitos allá en la Tacarigua de Margarita se sentaban en la puerta de su casa a esperar que pasara algún turista demandando alguna dirección, y casi se montaban en el carro para indicarle al navegao con todo detalle por donde tenía que meterse.

Que un ama de casa haga una cola en medio del sol, o se guinde por las greñas con un bachaquero para procurar un paquete de harina de maíz o una lata de leche, podría decirse que se justifica; pero que la misma doñita u otra parecida se lance la misma batahola para comprar un pote de lavaplatos, una pimpina de cloro o una panela de jabón azul, me parece que ni siquiera es correcto. Y créanme que yo las he visto desesperadas cuando por teléfono les avisan que en Todo Limpio llegó la cera para pisos o que están vendiendo desinfectante en el Makro o que el chino tiene limpiador de pocetas.

También estaría de acuerdo en que llevarse para la casa un bulto de papel tualé no es una compra nerviosa sino más bien estratégica y que cargar con seis litros de aceite para freír no es acaparamiento sino oportunidad; pero llevarse toda la familia al abasto, incluyendo al abuelito, para aprovechar la dotación de un frasco de salsa de tomate o una perola de mantequilla, creo que no es totalmente razonable.