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Maduro, la guerra es contra la corrupción
La medida, ya por todos explicada, que no es aplicable ni al pueblo ni al Estado venezolano sino que en exclusiva castiga a siete funcionarios y a territorio gringo circunscrita, Maduro pudo haberla convertido en declaratoria de guerra, sí, pero contra la corrupción.
Ángel Ciro Guerrero | angelcirog@hotmail.com

27 Mar, 2015 | Maduro, en su particular juego de guerra aunque a pulmón limpio grita que ama la paz, izó la bandera del nacionalismo. Aprovechando el decreto de Obama, soliviantó a su mitad del país para darle carácter colectivo a su ideológico enfrentamiento contra el imperialismo, mientras que a la otra mitad la acusa de traidora a la patria por no respaldarlo en tales manifestaciones. Pensó que con la recolección de firmas y la profusión de actos donde abunda el patrioterismo, además del natural apoyo que en el mundo siempre genera en su contra cualquier acción injerencista del gobierno estadounidense, la gente olvidaría la grave crisis económica que tanto duele y la crisis moral ocasionada por la corrupción que tanto avergüenza.

La medida, ya por todos explicada, que no es aplicable ni al pueblo ni al Estado venezolano sino que en exclusiva castiga a siete funcionarios y a territorio gringo circunscrita, Maduro pudo haberla convertido en declaratoria de guerra, sí, pero contra la corrupción. Oportunidad valiosa para que el país le admitiese sinceridad, honestidad, decisión, coraje, firmeza y responsabilidad en sus reiteradas declaratorias de acabar con el pillaje del dinero público. Haberlo hecho le hubiese reportado apoyo unánime y apoteósico aplauso porque la guerra que los venezolanos quieren no es contra el imperio sino contra la cada vez creciente corrupción.

El pueblo demanda conocer por qué Alejandro Andrade, igual que otros revolucionarios, es dueño de muchos millones de dólares, mal habidos y depositados en la banca extranjera, intervenida o no. Cuantificar sus capitales y cómo los obtuvieron es tarea que hace tiempo la Fiscal ha debido emprender y no ahora abrumada por la verdad que en todas partes se está conociendo.

Si se quiere verlo así, Obama se la puso bombita. Oportunidad que se le escapó de las manos, apropiada para dar el paso al frente en sus anuncios de limpiar de ladrones, rojos o no, la administración pública.

Rescatar la ética y la moral es la gran batalla que la gente decente, una inmensa mayoría, quiere y reclama. Pedimento que Maduro tiene que concretar. Si lo formaliza, con seguridad Maduro derrotaría por partida doble a Obama y a los corruptos.




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