Porlamar
26 de abril de 2024





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El visitante
Con el corazón de nuevo superacelerado, tomé mi libro y, atendiendo a mi llamado, de inmediato los gatos se metieron al cuarto, cerré la puerta y apagué la luz para que ésta no inquietara al visitante, al éste sentirla debajo de la puerta.
Dalal El Laden | dalalelladen.blogspot.com

31 Ene, 2015 | Anoche me quedé leyendo sobre el sofá de la sala. Cuando el sueño empezó a ganarme, fui a mi habitación. Prendí la luz y un sonido extraño me hizo gritar y echar mi amado libro al suelo, juntito a la puerta.
Lo vi: el visitante iba y venía sin parar, y mis dos gatos también iban y venían; querían alcanzarlo.

Con el corazón superacelerado, salí del cuarto, y mi libro, como no querido por nadie, allí quedó. Los latidos se me fueron normalizando y decidí regresar, firme, a sus páginas.
Un centímetro antes de llegar a ellas, esta vez fueron mis gatos los que del cuarto salieron corriendo, huyéndole al visitante. Allí, a pocos pasos de mi libro, nos quedamos los tres.
Los ladridos de mis perras, avisando que había llegado la vecina, hicieron que mis gatos y yo brincáramos del susto. Como impulsados por mis perras, ellos, mis gatos, avanzaron dos pasos, y avancé detrás de ellos hasta que noté una pequeña figura negra que descansaba pegada a la puerta.

-¡Qué chiquito se ve ahora! -mi voz sonó entre aliviada y temerosa.
Mis gatos siguieron avanzando hasta detenerse al frente del visitante y de mi libro, que ahora parecía menos solo, como un poco amado por el visitante que casi lo rozaba.
-¿Cómo le haré para liberarlos? -mi voz sonó a la niña que no he dejado de ser.
Rápidamente abrí todas las ventanas, apagué todas las luces (menos la lámpara del cuarto); con el corazón de nuevo superacelerado, tomé mi libro y, atendiendo a mi llamado, de inmediato los gatos se metieron al cuarto, cerré la puerta y apagué la luz para que ésta no inquietara al visitante, al éste sentirla debajo de la puerta.
Y en menos de un minuto, lo escuché: el visitante, un indefenso murciélago, por fin, ya en completa oscuridad, pudo ver y volar hacia su libertad.

Y ya sin sueño, con mi libro también libre, volví a leer, valorando, como siempre y más, mi libertad hasta sobre este sofá.




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