24 Dic, 2014 | Un revisión somera de lo que los medios foráneos están reportando sobre Venezuela, ayuda a comprender dónde estamos y hacia dónde vamos, cosa que se nos hace más difícil a los venezolanos por el acostumbramiento a la penuria, a lo menos, al sálvese quien pueda, a lo peor. El meollo de ese reporte es que Venezuela es un país en caótica implosión. En lo económico, sobre todo, pero también en lo social y, eventualmente, en lo político.

Ello lo manifiesta desde el liberal y parisino Le Monde hasta el conservador y neoyorquino The Wall Street Journal, pasando por los grandes medios impresos, las cadenas radio-televisivas de medio mundo, las más influyentes agencias de noticias y los portales de información digital que lideran las redes sociales. Y no se trata, desde luego, de una "conspiración imperialista" -como dirían Maduro y los suyos, sino de la mera constatación de la realidad que padece Venezuela.

En especial con la caída de los precios petroleros, que agrava el desbarajuste hasta niveles que marcan récords mundiales. Caso de la distorsión cambiaria que ya supera 30 veces el valor de la tasa oficial, con sus secuelas de masiva escasez en un país esclavizado a las importaciones y al endeudamiento, cortesía de la depredación despótica de la satrapia roja. Para cualquier periodista o analista extranjero, todo ello refleja la existencia de una crisis de mega-proporciones.

Y ojo, una cosa es que nuestro país esté en el centro de la atención global, que no lo está ni de lejos, y otra que cuando se hacen referencias a Venezuela, estas presuponen que el caos es su característica principal.

Como una suerte de dato natural, de factor implícito en el tema venezolano. La expresión "caótica Venezuela" se ha vuelto tan ubicua, que ya nos colocan en una lista corta donde destacan los llamados "Estados fallidos" del planeta.

Y no es una exageración, porque en los "Estados fallidos" se desmorona la gobernabilidad, se pierde el monopolio de la fuerza por parte del poder estatal, y diversos ámbitos del territorio son controlados por grupos armados o expresiones de la delincuencia organizada. Todo lo cual sucede en Venezuela con intensidad creciente. Y no es culpa de la BBC, de CNN o de Radio Caracol que esto sea así. No. Es consecuencia de los desmanes de la hegemonía bolivarista.

Desde afuera, la visión sobre Venezuela es calamitosa. Pero dentro de nuestra patria, la situación efectiva y cotidiana se hace cada vez más gravosa para el conjunto de los venezolanos, y más dañosa para sus derechos humanos, sean políticos, económicos o sociales.

Esa realidad la reportan los medios foráneos y la padece el país. Y esa realidad tiene que cambiar. Y cambiar a fondo.