23 Dic, 2014 | Las navidades son un período adecuado para el análisis y reflexión de la situación existente. A pesar del agite inherente a estas fiestas, también es cierto que producen cierta tranquilidad y paz, que puede renovar las esperanzas perdidas o incrementar las existentes. Es un estado de ánimo prono para pensar en forma objetiva y sosegada y, por ende, con mayores probabilidades de acertar en el diagnóstico y en las mejores opciones de cambio. Junto al deseo de que la pasen lo mejor posible, aun dentro de las dificultades, está la aspiración de que se haga un esfuerzo importante para deslastrarse de fanatismos y dar paso al análisis ecuánime de la realidad venezolana, de la crisis y de las dificultades, pero sobre todo de sus causas y sus responsables.

Aunque pudiera parecer irónico el deseo expresado, y la ironía es legítima en las críticas y los desencantos, no hay ironía ninguna en desear que nuestros lectores pasen unas navidades lo más placenteras posibles, de forma de tener suficientes fuerzas para enfrentar el año 2015, que se nos presenta nada halagador en relación a los vicios y desesperanzas del ya viejo 2014. Si se tiene la mente clara y el entendimiento abierto, y se excluye la influencia de odios y amores patológicos, la mente humana es capaz de evaluar bien la realidad y desechar las explicaciones acomodaticias y las justificaciones absurdas. Si se revisa el último medio siglo, se encontrará situaciones como las actuales, pero con otros actores y discursos.

Somos testigos de dos discursos aparentemente distintos, pero: ¿Cómo dos discursos opuestos dan origen a políticas económicas y sociales tan parecidas en sus resultados? Si se empuja un objeto en una dirección, se moverá en ese mismo sentido; si se lo empuja en direcciones distintas es imposible obtener el mismo movimiento anterior. La conclusión es obvia: si los resultados de quienes gobernaron y de quienes nos gobiernan son iguales es porque sus acciones van en el mismo sentido y no son opuestas. Nos engañan entonces. No son tan enemigos como dicen. Es más, son aliados en la siniestra tarea de mantener a los venezolanos en la ignorancia y la miseria, para manipularlos mejor y sobornarlos con el uso retorcido de las necesidades de la gente.

El rentismo petrolero, la baja educación del venezolano, la política importadora, el desmantelamiento de la producción nacional, la inflación, la devaluación del bolívar, el control de cambios (Recadi y Cadivi), la corrupción, los bajos salarios, los nuevos ricos, la represión, el endeudamiento y la entrega de nuestras riquezas petroleras y mineras a compañías extranjeras, son vicios de quienes nos gobiernan y quieren seguir y de quienes lo hicieron y quieren regresar a hacerlo de nuevo. Hay que actuar basados en esta conclusión para cambiar la suerte y destino de Venezuela y de los venezolanos.