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Santa Ana del Norte: nuestro museo insular
La integración, el mestizaje, era de suponerse, fue desplazando la población indígena hacia zonas inhóspitas, exceptuando, tal vez, El Cercado, refugio vital de la cultura guaiquerí.
Ramón Ordaz rordazq@hotmail.com

2 Oct, 2014 | El Norte de los guaiqueríes fue siempre una referencia bajo las coordenadas de una geografía insular que carecía de límites precisos entre sus regiones. Guarecida por la majestad del Copey, el piedemonte de La Tagua y las suaves colinas del Tamoco, la colonización española fue poblando sus fértiles planicies que cada vez más fueron la obra de tácitos acuerdos entre los mansos guaiqueríes y los colonos blancos que terminaron por poblar la Isla. La integración, el mestizaje, era de suponerse, fue desplazando la población indígena hacia zonas inhóspitas, exceptuando, tal vez, El Cercado, refugio vital de la cultura guaiquerí.

Lo cierto fue que una sociedad agropecuaria terminó por hacer del cantón un próspero lugar de trabajo y convivencia, tanto así que en los albores del proceso independentista la población nortera se había granjeado cierto renombre, la que alcanzaría con la gesta heroica una potestad mayor, al ser reconocida como Villa del Norte. Entre la virgen de Guadalupe y Santa Ana, la posteridad reconocería a la mítica Santa Ana como la advocación religiosa del pueblo, hecho que haría que la imbatible costumbre impusiera la toponimia Santa Ana del Norte, paso obligado para los pueblos más costeros del municipio y que en nuestro recuerdo resalta más la Villa de los frescos jardines para quien iba de Los Hatos a La Asunción. Heraclio Narváez Alfonzo regaba esa flor, cultivaba su verdor.

Es la Villa del Norte, Santa Ana, un nicho de historia nacional que si bien se conmemoran las efemérides con bombos y platillos, la realidad parece indicar que es trivial la conciencia histórica que se tiene de los hechos. En su iglesia colonial Bolívar en 1816 convocó a los patriotas para sopesar su misión libertadora. Haciendo frente con un lateral de la iglesia se conserva todavía una casa también colonial que por esas nada gratuitas jugadas del destino fue bautizada "María". ¿No fue Santa Ana la madre de María? Ah, historia capitular de las magras memorias. Al parecer, en esa añeja casona estuvo Bolívar después de ser investido con el cognomento de Jefe de la República y sus ejércitos.

Sucede, asimismo, y es historia reciente, que la Casa "María" fue adquirida por la Universidad de Oriente durante la gestión del exdirector de Cultura, el profesor Heberaldo Rodulfo Mata, para posicionar allí el ambicioso y no menos expectante Museo del Hombre Insular. Ironías aparte, ¿acaso la historia de Nueva Esparta no alcanza para darle cobertura a ese propósito? Para nuestra historia, que va más allá de la empresa colombina, los espacios de "María" quedarían pequeños. Pero no podemos soslayar la nota pesarosa de nuestras palabras. Hace años clausurada al acceso de los ciudadanos, allí sólo habitan la humedad, el moho y ciertos roedores alados. ¡Por Dios!, ¿dónde está la colección fotográfica "Margarita, ayer y siempre" del fotógrafo Pedro Savignac? ¿Quién investiga en ese Museo? ¿Quién lo promueve?




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