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Las guerras son totales o no son guerras
Tampoco hay guerras de primera, segunda o tercera generación. Las guerras son totales o no son guerras.
Walter Castro Salerno / waltejosecastro@yahoo.es

20 Sep, 2014 | Febrero de 1943. Los ejércitos alemanes han sido rechazados al oeste del Volga, y se ha consumado la tragedia de Stalingrado, con la rendición del VI ejército de Von Paulus. Ahora Hitler se enfrenta a una formidable alianza de fuerzas coligadas en su contra: las naciones más poderosas del orbe actúan de consuno para cercar a Alemania y destruirle: los Estadios Unidos de Norteamérica, la Gran Bretaña de Churchill y la Rusia Soviética de Stalin.

Berlín: en el Palacio de los Deportes el ministro nazi de la propaganda pronuncia el célebre discurso relativo a la "totaler krieg", la "guerra total". "¿Queréis la guerra total?" – grita el exaltado ministro; la multitud asiente.

Podemos ahora, a tantos años de distancia de los memorables sucesos, y a la vista de los resultados de los mismos, que todas las guerras son totales. O, para simplificar, podemos decir que, por su propia naturaleza, la guerra es un acto de fuerza, como estableció el estratega prusiano Clausewitz, mediante el cual un Estado o grupo de Estados intenta imponer su voluntad al adversario. Y como lógico corolario, no hay límite a la aplicación de la fuerza. Es una soberana tontería afirmar, como hacen algunos despistados, que lo que vive Venezuela hoy por hoy, es una "guerra económica". No hay ninguna guerra económica. O psicológica. O romántica o de cualquier otro tipo. Tampoco hay guerras de primera, segunda o tercera generación. Las guerras son totales o no son guerras. Serán pura comedia o drama, pero nunca podrán llamarse guerras. Las llamadas convencionales, desde la de Corea, las de Indochina, pasando por las de África, las que asolaron a la península balcánica hasta las del Golfo y las que se escenifican actualmente en diferentes partes del globo, digamos las secretas, las del petróleo y el agua, y así sucesivamente, son eventos bélicos. Sus estructuras han sido levantadas sobre la ambición y la codicia por la posesión y disfrute de las materias primas, los víveres, los fármacos, las drogas. Y otra tontería unida a la anterior consiste en provocar situaciones para luego lamentarse de las consecuencias de las mismas. ¿Por qué quejarse, pongamos por caso, de que el imperio estadounidense niegue visados, cierre consulados y realice emprendimientos retaliativos contra el país si los dirigentes de éste han estado sistemáticamente provocando esas situaciones? ¿Cómo es, valga el ejemplo, que países como Bolivia y Ecuador manejen sus recursos con economías dolarizadas y que en Cuba exista una poderosa base aero-naval con una férrea prisión de sobreprima, y no se vean actos hostiles entre los Estados Unidos y esas naciones? Las guerras son totales y a ellas no se va a jugar, sino a matar o morir. Lo cual, por fortuna, no es el caso nuestro… por ahora.




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